La editora principal de la revista The Economist, Zanny Minton Beddoes, sostiene que hay tres fuerzas que impactarán en la sociedad global: la presidencia de Donald Trump, la tecnología y la incertidumbre radical.
El presidente electo de los Estados Unidos asumirá su cargo el 20 de enero, en lo que promete ser un cambio a la política de ese país y tendrá repercusiones importantes en las relaciones internacionales. El presidente regresa luego de un gran triunfo electoral, demostrando que los estadounidenses quieren un cambio profundo en el sistema de gobierno y en sus relaciones con el resto del mundo.
Al respecto, Beddoes se plantea varias interrogantes: ¿qué ocurre cuando la economía más grande del mundo gira a un proteccionismo radical?, ¿cuándo el superpoder global decide que una política exterior “transaccional” es mejor que las alianzas existentes?, ¿qué sucede cuando este cambio se produce en medio de guerras, con el advenimiento de la inteligencia artificial que cambiará todo, desde la salud hasta la guerra?
Dichos cuestionamientos empezarán a ser respondidos de unos días. Por ello, el título de esta columna refleja el momento que vivimos: incertidumbre radical.
Pese a estar lejos de los centros gravitacionales del poder, los ecuatorianos vivimos en una burbuja de contradicciones internas, ajenos a las grandes corrientes internacionales que traerán una era caracterizada por cambios de toda naturaleza, muy especialmente en lo tecnológico, geopolítico, económico y social. Somos como un conejo paralizado frente a los faros de un camión que viene embalado para atropellarnos.
Cautivos de nuestros desencuentros, incapaces de generar acuerdos mínimos, en eternas rencillas entre cacicazgos de poder e influencia, el Ecuador no encuentra un camino para enfrentar los efectos de los que ocurren internacionalmente. Si no lo hace, sufrirá las consecuencias que agravarán su ya triste situación.
El pueblo y sus dirigentes no entienden que la internación de las variables externas nos afecta a todos los ecuatorianos, basta ver que somos esclavos del narcotráfico que cunde en el país por incompetencia, corrupción o desidia, pero que depende de los mercados de los países que compran la cocaína. Tenemos que ser más agresivos en buscar la corresponsabilidad de las potencias. Que nos paguen por las capturas de cocaína que cuesta nuestro esfuerzo, recursos y la sangre de nuestros policías y soldados.
Frente al escenario que nos viene, el país está poco preparado para afrontar un cambio de paradigma del comercio internacional, la tecnología y los giros imprevisibles en la geopolítica del mundo.
El Ecuador siendo inmensamente rico, con un gran potencial humano, está estancado en sus contradicciones y es incapaz de solucionar los problemas mediante acuerdos que permitan eliminar la inequidad y pobreza que golpean a la gran mayoría innecesariamente.
Hay que liberar las fuerzas de la inteligencia, preparación, experiencia y generar estrategias para superar las adversidades que vienen. Solo así tendremos un venturoso 2025. (O)