En el calendario de los romanos, el mes de marzo es dedicado a Marte, Dios de la Guerra. Los tiempos en que vivimos hoy me recuerdan circunstancias semejantes para el pueblo ecuatoriano, tales como: aludes de los Andes, inundación de sus hogares, asesinatos de sus hijos, el mundo tenebroso de la delincuencia internacional organizada por el narcotráfico, desde las altas finanzas, hasta las más humildes parroquias rurales.

Por otro lado, estamos en la precampaña electoral, donde los tiktoks aumentan sin censura previa todo género de calumnias audaces, falacias y atentados contra la honra ajena; como si esto fuese poco, el universo recibe la noticia del nuevo presidente de los Estados Unidos de América con mucho temor, tanto por su voluntad del “destino manifiesto”, cuanto porque igualmente golpea a sus propios aliados en Europa, Canadá y México; tanto porque ordena la persecución imparable a migrantes indocumentados de todas las naciones, cuanto porque conduce la guerra y la paz en Ucrania y en la Franja de Gaza.

Carta política abierta

William Shakespeare recogió la expresión “cuídate de los idus de marzo”, al escribir su inmortal obra “Julio César”, y al hacerlo nos legó la más terrible lección de la política humana de todos los tiempos: la traición.

Estoy cierto que nuestro país no puede vivir de espaldas al convulsionado ambiente de los idus de marzo. Me permito recordar que estamos ubicados en la línea ecuatorial, cruzando la isla Isabela en Galápagos, y en Pedernales, Manabí, al llegar al continente en el Pacífico sudeste de la América Latina, con nuevas rutas para los alijos de 14 toneladas de cocaína, que ha sido embarcada en nuestros puertos últimamente.

Tempestad y calma

Un mundo febril donde tecnológicamente crean islas artificiales para reclamar derechos en el mar de China, y se amenazan mutuamente con ir a la guerra los grandes buques de las armadas imperiales de oriente y occidente, sin perjuicio de vender submarinos nucleares con intermediarios en Oceanía.

Un planeta que busca desesperadamente tierras raras con minerales críticos, como el cadmio, el litio y por supuesto el uranio, que nos permitirán no solo el transporte espacial y las baterías eléctricas, sino también que, en la cumbre de los océanos, que se llevará a efecto en Niza- Francia el próximo mes de junio, el Ecuador deberá sostener sus derechos alrededor de Galápagos, en defensa de la biología microcelular.

Las elecciones como suicidio colectivo

Finalmente, pienso que en el Ecuador todos sabemos que, sin bandera, sin escudo, sin himno, sin el orgullo de lo nuestro por lo nuestro, sin la voz de aliento de nuestras mujeres, los vientos negativos de la historia, nos llenarán de miedo con el silencio de la cobardía.

Debemos cuidarnos de los “idus de marzo” y no traicionar nuestro propio pasado ante la adversidad, porque el coraje que necesitamos para el combate, circula ya en la sangre que heredamos de quienes nos dieron vida y es en ella que reside la esperanza para la victoria de la patria toda, e incluso la comunidad internacional no retrocederá ante los paradigmas consustanciales de quienes habitamos este planeta Tierra. (O)