El domingo, siete de los ocho candidatos presidenciales fueron consultados en el debate electoral sobre cinco ejes temáticos, que fueron desde la seguridad y la economía hasta el medioambiente.
Durante tres horas hablaron, confrontaron y prometieron diversas cosas, aunque la mayoría de veces sin dejar claro de dónde sacarán los recursos para hacerlo. Además el formato del debate evitó la exposición de ideas de manera amplia y los a veces confundidos candidatos dejaron momentos particulares que luego fueron recogidos en redes sociales como ‘memes’.
Varios de nuestros columnistas han opinado de lo que se dijo en este evento, obligatorio por ley electoral, y estas son sus observaciones.
Irene Torres, analista
El torrente de absurdos del debate presidencial de Ecuador, desde la marcada incomprensión inicial por el candidato Bolívar Armijos de la mecánica impuesta por el Consejo Nacional Electoral (CNE) hasta la invitación a jugar vóleibol por parte de Yaku Pérez a Jan Topic, deja a los votantes con pocos elementos para decidir su voto.
Si en algo las respuestas de los candidatos impactarán el destino de estas elecciones, la ausencia injustificable del remplazo de Fernando Villavicencio deja efectivamente fuera de juego al binomio de la lista 25 y la incapacidad de responder de forma concreta y efectiva por parte de Luisa González le impide ganar un voto indeciso más al binomio de la 5.
En las tres largas horas de la transmisión, el único candidato que mantuvo su propio nivel, e incluso mejoró sus réplicas, fue definitivamente Topic, del combo 6-3-1. Su énfasis en la mano dura es una solución obvia frente a la actual indolencia del Gobierno, por eso, Topic contrastó con los demás candidatos que se desmarcaron de ella. Además tuvo la única respuesta novedosa (para Ecuador) de la noche: la desnutrición no se puede combatir sin combatir la inseguridad, pero nadie hasta ahora se había dado por enterado.
Dinámica del debate electoral cambió en medio de ataques entre varios candidatos
Gustavo Cortez, analista y periodista
Algunas de las cosas que ya sospechaba en el seguimiento de la actual campaña electoral quedaron evidenciadas en el debate de este domingo, 13 de agosto:
Que Jan Topic se muestra más sólido al parecer por la crecida impresionante que tendría en las preferencias, desde el asesinato de Fernando Villavicencio. Su discurso proseguridad con mano dura lo planteó en cada una de las interrogantes que se le hicieron y supo sortear los pocos instantes de confrontación (“ataques”, como los llamaron los conductores), que condenaban los conductores.
Que Luisa González, algo nerviosa al inicio, no se cansó de repetir la frase “eso ya lo hemos hecho”, apelando a la memoria del electorado en torno a lo que fue el gobierno de la Revolución Ciudadana que, sin embargo, ejecutó y prometió en su momento que algunas de las obras en mención eran para muchos años, y no ha pasado ni una década. Repitió cada vez su discurso de campaña, con el conocido estilo de decir lo que quieren, no lo que se les pregunta.
Que Daniel Noboa es el más joven, pero uno de los más preparados candidatos. Su discurso, lejano al histrionismo, sonó fundamentado en más de una ocasión. Tiene muchas cosas por corregir, pero la suya fue una muy aceptable presentación.
Que Otto Sonnenholzner trata de abarcar demasiados temas y referencias en poco tiempo, lo que a ratos no permite apreciar su discurso. Y le toca dedicar algún tiempo a la explicación de por qué se fue de Carondelet en plena pandemia.
Que Yaku Pérez se muestra reposado, maduro, con un discurso coherente con su cosmovisión social. Y el Xavier Hervas que vimos fue un poco más confrontativo, pero menos impactante que la primera vez que estuvo en la papeleta. De Bolívar Armijos solo diré que le tomó demasiado tiempo entender para qué estaba ahí.
León Roldós, exvicepresidente de la República
El debate de los candidatos a la Presidencia se quedó por debajo de las expectativas, aun cuando estas no eran elevadas.
Los “misiles verbales” se multiplicaron, para intentar agraviar a los contendores, pero sin creatividad.
El formato no ayudó. Solo segundos para exponer un tema, contestar preguntas y formular réplicas, llevó a que sea dominante la fraseología, siempre queriendo presentarse los candidatos como el de las soluciones, pero sin puntualizarlas con respuestas concretas, sobre todo en lo referente al “cómo” van a hacerse las cosas. Los cortes de los moderadores, aun cuando hayan estado en el instructivo, descolocaban a los candidatos.
Es evidente que se sintió la ausencia de Fernando Villavicencio, quien horas antes de que sea asesinado el 9 de agosto de 2023 había anunciado que en el debate presentaría los encadenamientos de las mafias que dominan el Ecuador y sus vinculaciones con quienes quieren controlar los espacios de poder y estarán en las elecciones del 20 de agosto de 2023. ¿Aquellos estarían implicados en su asesinato?
En lo económico, nada se preguntó sobre el significativo déficit fiscal -a más del tema de la corriente de El Niño, que sí se analizó-, ni sobre la elevada deuda pública interna (más de un mil de millones de dólares) por pagos pendientes a proveedores de bienes y servicios. Tampoco se preguntó sobre los riesgos de decisiones que podrían afectar a la dolarización, riesgos que ya están en el debate público.
El tema de que se respetaría o no el corto período presidencial, 18 meses y días, en caso de ser electo el presidente en segunda vuelta, el 15 de octubre de 2023, o si se iría a consulta y/o constituyente para alterar el período de gobierno, tampoco se consideró.
Sí sirvió el debate para conocer a candidatos que, aunque no tengan opción inmediata, lo más probable es que lo sean en una próxima elección, también a los que generan sus propias respuestas y a aquellos que se ajustaban a libretos, al que siempre tenían que retornar.
Alfonso Reece, analista
El debate entre los candidatos presidenciales arrancó sin una llanta. La insistencia del CNE de celebrar las elecciones “a rompe cincha” el 20 de agosto, a pesar de la trágica muerte del candidato Fernando Villavicencio, impidió que el movimiento que lo lanzó pueda enmendar su papeleta hasta ayer. Si su nuevo candidato logra inscribirse, habrá partido en desventaja al no haber tenido acceso a este foro privilegiado. En los largos 170 minutos que duró el programa, el fantasma del ilustre fallecido no se disolvió, más bien, algunos de los partidarios echaron mano a su mensaje. El debate tenía una estructura complicada que, en determinado momento, causó que los presentadores se confundan y debiesen recurrir al personal detrás de cámara para salir del aprieto. El formato elegido despedazaba el mensaje en cinco ejes, sin que se permita a los participantes describir el carácter que pretenden dar a su gobierno o cuáles son las premisas básicas que regirán su mandato. Eso es propio de la política ecuatoriana, los programas y proyectos políticos son listados de buenas intenciones y obritas inconexas. ¿Proyecto de país? ¿Idea de nación? ¿Eso con qué se come?
Cuatro candidatos se adelantaron en la competencia. Dos de ellos son políticos con alguna experiencia en su arte. Los otros dos jóvenes se habían preparado de manera adecuada para este decisivo examen. Detrás venía un dúo de personas de buenas intenciones. Cerrando el pelotón estuvo Luisa González, toda una sorpresa, parece que su canción favorita es Y volver, volver, volver, pues repitió esa palabra no menos de quince veces. Demostró estar anclada en un pasado que jura se repetirá, cuando ya ha corrido un océano bajo los puentes. Llegó a defender lo indefendible, como la refinería del Aromo, que no se hizo por “culpa de ustedes”, así les dijo a sus colegas de panel. A Jan Topic se le fue la mano en la “mano dura”, pero su mensaje tuvo mucho más. Y esa expresión fue usada por lo menos una vez por cada candidato. La candidata correísta intentó varias veces provocar a sus contrincantes, pero, en general, primó el respeto, a pesar de algunos codazos.
Después del tercer bloque la calidad de las intervenciones como que aflojó, hubo menos condumio y más vaguedades. Parecería que los candidatos se cansaron. Pero, en un balance general, se puede decir que tenemos el vaso lleno al 51 %, están surgiendo nuevos liderazgos y hasta podríamos tener un aceptable presidente por dieciocho meses. Esta semana será movida, vendrá con importantes novedades y culminará en el escalofriante sprint del próximo domingo.
Alberto Dahik, exvicepresidente de la República y analista
El debate del día de ayer nació con una malformación congénita: el formato elaborado por el CNE. Tener a 7 candidatos, limitados a un minuto en cada respuesta, produjo que los asesores les hicieran grabar en sus mentes ciertas frases que eran slogans de campaña, más que las respuestas a los verdaderos problemas del país.
Todos los candidatos dijeron que iban a hacer muchas cosas, desde instalar una cámara en cada gasolinera, reactivar la economía invirtiendo miles de millones de dólares en agricultura, en apoyos a los sectores productivos, en obra pública, mejoras al sistema de distribución de electricidad, condonación de deudas, créditos millonarios a la agricultura, más inversión en obra pública, más inversión para aumentar la producción petrolera, hasta recomprar la deuda del Estado al IESS que no se ha podido hacer en años y no se podrá hacer en el corto plazo.
Ante todas esas ofertas cabe una pregunta: ¿De dónde se va a sacar el dinero, en un país en el cual al día de hoy la crisis fiscal y la pobreza del presupuesto es de tal magnitud, que el presupuesto le debe por atrasos dinero a instituciones, empresas y personas?
En la pregunta sobre los subsidios nadie dijo frontalmente que eran insostenibles, y nadie dijo que había que eliminarlos. Esto es absolutamente incompatible con las promesas de más gasto e inversión del Gobierno. Más aún, se dijo explícitamente que había que mantenerlos.
Sobre el gravísimo problema de la seguridad social, no hubo ni preguntas, lo cual demuestra que el CNE tampoco conoce la realidad del Ecuador, ni hubo propuestas serias. Cuando se habla de aliviar la crisis del IESS con más generación de empleo, se desconoce el peso de la variable demográfica. En países desarrollados, donde el desempleo no es el problema, los fondos de reparto de las seguridades sociales están igualmente afectados por la demografía. Pero no solamente esto, sino que la propuesta de más empleo supone que hay inversión para generarlo, y el Estado no invierte porque entrega casi 10.000 millones de dólares en subsidios, y el sector privado no invierte porque hay una política absurda y antitécnica de tasas de interés. Si esos dos problemas no se resuelven, no habrá inversión; si no hay inversión, no habrá crecimiento ni empleo, y si no hay crecimiento ni empleo, no se resolverá el tema del IESS tampoco.
Sobre el Yasuní se volvió a cometer el error gravísimo de concentrarse en el impacto de la paralización de la producción sobre el presupuesto general del Estado, con cifras inexactas. Pero nadie mencionó el impacto sobre la Reserva Monetaria Internacional, y por lo tanto, en la capacidad que tendrá el país para importar bienes y servicios que se verá gravemente afectada. Un verdadero desconocimiento de cómo funciona el Estado y cómo funciona el Ecuador.
El debate reafirma que vivimos en un país plagado de populismo, de ofertas, de total falta de análisis de los problemas y de total falta de propuestas reales para resolverlos.
Manuel Macías Balda, politólogo
El debate político electoral no tuvo grandes sorpresas ni fue un claro punto de quiebre a favor o en contra de alguno de los candidatos. Hubo pequeños ganadores y perdedores. Se podría decir que en un consenso que sorprendió para bien fue el candidato Daniel Noboa, por su capacidad de expresarse en términos técnicos y con solvencia respecto a distintos asuntos públicos complejos. No ganará las elecciones, pero se ganó el respeto de muchos. Otro candidato que jugó bien fue Jan Topic, quien se mostró preparado, firme y transmite confianza respecto a algunos temas de interés público. Ganó votos, pero todavía no los que necesita para llegar a la segunda vuelta. La candidata Luisa González decepcionó a más de uno por ceñirse a una frase de campaña que la previno de mostrarse más real y auténtica. No se ganó a los indecisos ni potenció su liderazgo. El candidato Otto Sonnenholzner desperdició su oportunidad de despuntar y mostrarse más solvente. No le fue mal, pero no ganó nada; y en esta lucha por asegurar el segundo puesto, eso significa perder. A no ser por Yaku Pérez, a quien no le estaba yendo mal, pero se metió un autogol por hacerse el simpático. Nunca queda mal con nadie, como dicen Los Prisioneros, y eso ahora no le sirve. Otto le agradece. El candidato Armijos fue parte del folclore; por su parte Hervas, parte del relleno. Ya se le pasó el tren.
Lo fundamental esta semana es quién ganará el voto del electorado huérfano de Villavicencio para asegurarse estar en segunda vuelta. Ahí comenzará el segundo tiempo del partido.
María Fernanda Cobo, analista económica
La competencia electoral del próximo domingo cumplió un requisito formal establecido en el Código de la Democracia; que desde su organización partió con un error fundamental: no diseñar preguntas para un gobierno de transición, que durará tan solo 18 meses, como consecuencia de una presidencia autoacabada. Las preguntas planteadas facilitaron a los candidatos posicionar su propaganda electoral, que lejos de ser un debate representó la oportunidad de amplificar sus alcances de audiencia, que se maximizó a través de la conversación digital.
El formato pregunta-respuesta-réplica no permitió desarrollar un diálogo razonado e interactivo entre los candidatos, que permite al votante comparar propuestas de gobierno que luego se conviertan en compromisos de cumplimiento. Pero sí fortaleció el personalismo que caracteriza a nuestro sistema democrático, donde cada candidato tuvo la oportunidad de posicionar su perfil, estilo y capacidad discursiva, pese a la limitación del formato.
Este debate tenía que cumplir la máxima de la calidad y equidad de la contienda verbal, una exigencia que el árbitro electoral deberá corregir y mejorar como parte de un proceso de maduración democrática en nuestro país.
Enrique Rojas, analista de temas comunicacionales
El debate tuvo un nuevo formato, discutible si se quería profundizar en propuestas y poder replicar de manera más organizada y preparada.
Sin embargo, la estructura propuesta permitió observar la capacidad de respuesta, el conocimiento transversal de diversos temas y el manejo de inteligencia emocional de los participantes.
En ese contexto, pensaría que la gran sorpresa fue Daniel Noboa, a quien no le va a alcanzar para cambiar la tendencia en estas elecciones, pero su participación seria, coherente e informada le dejan sembrado un buen capital político para el futuro.
Luisa González fue con un guión estratégico muy estructurado y no se movió de él, con una actitud confrontacional y en momentos agresiva, no pareciera haber ganado algo más de lo que ya tenía.
Yaku Pérez tuvo buenas intervenciones hasta que invitó a Jan Topic a un desafío de Ecuavolley, permitiéndole tener su momento memorable al candidato social cristiano, quien en general tuvo una participación clara, con data y su tradicional enfoque hacia la seguridad.
Otto Sonnelzholder fue lo que siempre ha sido, destacándose su perspicacia en la forma de hacer las réplicas y contrapeguntas, llevando la discusión hacia sus propuestas.
Xavier Hervas no ha logrado despegar, el debate tampoco le va a ayudar.
Por último, Bolívar Armijos lamentablemente se transformó en el ‘meme’ del evento, con poca asertividad y lucidez en su participación.
Inkarri Kowii, analista de temas indígenas
Un debate debería servir para contrastar opiniones, evaluar argumentos, confrontar falacias y, sobre todo, para que el observador pueda elegir. Además, el debate supone la elección racional democrática. Se espera facilitar al ciudadano el acceso para que tenga información a la mano, la analice y sea crítico ¿funciona así?, ¿la gran mayoría de la gente, la masa, procesa así un debate presidencial? Me inclino a pensar que no.
Ver un debate de tres horas, procesar cada una de las propuestas, contrastarlas, ver sí es factible, sostenible y pertinente para el país demanda de tiempo y capacidad de crítica. Algo de lo que como electores carecemos. La gran mayoría se fijará en la frase que le haya quedado rondando en los sueños de ayer, los errores repetitivos que se hayan vuelto ‘memes’ virales, o la personalidad más carismática o violenta que haya captado más tiempo en pantalla.
En ese sentido, el debate se disputó entre la seguridad, el pasado desde el correísmo y el anticorreísmo, lo técnico y un sujeto desubicado. Lo técnico rendirá frutos en un sector muy reducido. Y el mensaje clave de seguridad y del buen recuerdo o fantasma del pasado serán los que se posicionarán en estos días. Pero queda claro que para la candidata de Correa el tiempo no ha pasado y piensa que las mismas medidas utilizadas anteriormente rendirán frutos, como si repetir la receta fuera suficiente, y que solo basta con aprenderse tres palabras “ya lo hicimos” para convencer a la gente. Segundo, un completo desconocido e incompetente que no pudo entender un conjunto de reglas básicas. Ambos apuntan a la masa, pero de seguro sentirán su rechazo.
(O)