No veo mayor sentido en la polémica sobre la publicación de la novela “póstuma” de Gabriel García Márquez. Los herederos estaban en su derecho de editarla, ellos eran los únicos testigos del deseo no escrito del Nobel colombiano de destruir la obra y también del contrario, que les autorizaba a proceder como mejor considerasen. Escuché a uno de los hijos del escritor decir que, conociendo a su padre, si realmente hubiese creído que la obra no valía la pena, la habría destruido. Y probablemente cualquier escritor hubiese procedido de idéntica manera, salvo alguna combinación improbable. ¿Que lo hicieron para ganar dinero? Pero claro, ¿qué obligación tenían con quién para no proceder de esta manera? Entonces es una disputa inoficiosa. Y, sobre todo, este es un debate extraliterario, que versa sobre un tema editorial. La discusión literaria debe centrarse en los análisis de contenido, en la búsqueda de los sentidos expresos o elípticos del texto, de su situación en el contexto del resto de la obra del autor y de su trascendencia, entre otros aspectos estudiables. Lo demás es business.

Gabriel García Márquez es homenajeado en su cumpleaños junto al lanzamiento mundial de su obra póstuma ‘En agosto nos vemos’

Entonces hablemos de la obra. Se trata de una novela corta, con aciertos. El gran escritor que fue García Márquez se muestra en capacidad de producir una temática del siglo XXI, no tanto por el entorno histórico o tecnológico, cuanto por la actitud del personaje principal, Ana Magdalena Bach. Sus valores, gustos y actitudes son los de una mujer actual, muy dueña de su cuerpo y de su vida. A pesar de que en la obra del de Aracataca abundan las mujeres fuertes, nunca nos habríamos imaginado a Úrsula Iguarán o a Fermina Daza, fidelísimas a sus virtudes provincianas o campesinas, alojadas solas en un hotel, bajando por la noche al bar a pedir un gin tonic para ver qué pasa. La influencia desmesurada que ha adquirido el movimiento feminista, tanto en lo virtual como en lo objetivo, ha llevado a muchos a escribir novelitas en las que se soborna a esta poderosa tendencia con la creación de superheroínas más falsas e inverosímiles que las de los cómics. No, aquí estamos ante una mujer real, ante un personaje construido con honestidad que hasta creo haberla conocido y es colombiana. Sí, en agosto nos vemos.

En agosto nos vemos: la obra póstuma de Gabriel García Márquez que sale a la luz el día de su cumpleaños

Eso sí, está escrita en un estilo muy boom, muy reconocible, muy propio de García Márquez. No hay un rompimiento manifiesto con los moldes de la novela de mediados del siglo XX. No era obligación hacerlo y no es un defecto si el texto funciona, pero lo señalo y advierto que no esperen una obra rompedora que va a transformar la literatura latinoamericana. El final de la historia parece que se quedó pendiente de revisión. En todo caso, se trata de un pequeño y elegante pináculo que corona con decencia una obra colosal. Así podemos olvidarnos de la triste Memorias de mis putas tristes, que era en cambio anticuada, decimonónica, chocha, con pretensiones de redimir algunos de los peores aspectos de las sociedades latinoamericanas, entre otros defectos. En agosto nos vemos es además el esfuerzo de un creador genial para vencer el trágico deterioro cerebral, y producir un libro digno del resto de su obra. Lo logra y se convierte en un ejemplo de vida. (O)