La actividad digital ecuatoriana empieza a hacerse sentir con fuerza en el arranque del periodo electoral, en especial con una herramienta detestable, las Fake News (noticias falsas) que para las campañas y el diálogo político del mundo se han convertido en algo tan o más importante que el discurso en la tarima o el mismísimo plan de gobierno, por la inmediatez de su impacto, gracias a la tecnología.
Me refiero a la campaña sucia magnificada ahora a través de la fibra óptica; de la carencia total y absoluta de escrúpulos y respeto por los demás; del manoseo indiscriminado de la honra en búsqueda del deshonor; de la injuria calumniosa y hasta de la burla despiadada por defectos físicos, estrato social y económico, y todo lo que sirve como balas de lodo para manchar al contrario. Aquello que inicialmente se dio a llamar el “lado oscuro”, emulando el mundo de Star Wars, pero que ahora se conoce como el “lado B” de la cotidianidad digital, emulando a los discos de acetato de antaño, donde ese lado era considerado un complemento musical menor del exitoso “lado A”.
Pues ahora ni tan menor: el “lado B” de marras es el ecosistema de perfiles falsos que, apoyados en otros prodigios de la tecnología aglutinados en lo que ahora conocemos como “inteligencia artificial”, hace decir a candidatos y personajes políticos todo lo contrario de lo que en realidad dijeron; monta casi con perfección sus rostros y sus voces en circunstancias en las que no participaron; puede crear legiones de seguidores-odiadores que insultan sin discrimen; manipulan algoritmos para lograr mayor impacto y alcance y un largo etcétera. Sus ejecutores más visibles, a los que genéricamente se llama “troles”, son sin duda solapados “guerreros digitales” (como se autodenominan) que con grandes dosis de resentimientos y muchas ansias de ganar dinero fácil ponen su capacidad al servicio del mal y disfrutan y celebran sus logros, sobre todo cuando hacen que el “lado B” del mal se imponga en preferencias de las audiencias al “lado A”.
Quienes estudian esta realidad digital ubican sus inicios en Ecuador en 2011, cuando el gobierno de la época contrató a emprendedores de la internet que ya tenían algún recorrido, para que hablen a su favor, y entonces pudo constatar la dimensión de su impacto, y lo mucho que sus herramientas servían y siguen haciéndolo, a la tarea de adoctrinar y manipular conciencias en favor de perversos objetivos.
Pero ese arranque pudo ocurrir, sin duda, por las ingentes cantidades de dinero que el Estado en esa época pudo invertir para hacer de pequeños emprendimientos digitales, verdaderas granjas de producción trolera, que es lo que vivimos en la actualidad.
El “lado B” ha mostrado ya su poder no solo en el debate político local, si no que ha dejado su huella en resultados electorales de países desarrollados y otros en vías de desarrollo, donde un “meme” bien elaborado ha inclinado la balanza en favor de quien auspició y enriqueció a sus “guerreros digitales”. Es, por tanto, menester estar advertidos y atentos al trabajo de esos troles, pues muy doloroso sería que su accionar logre el éxito, en medio de las crisis que afrontamos. (O)