Toda adaptación cinematográfica implica un proceso de creación tan genuino como el de la obra original. Netflix, de un tiempo a esta parte, se ha abocado al reto de adaptar clásicos de la literatura y, en varios casos, ha logrado instalar un diálogo crítico entre formatos y tiempos distintos, sin renunciar a una sensación de lealtad poética entre la obra literaria y su adaptación. En el caso de El gatopardo (2025), la serie de seis episodios que dirigió Tom Shankland, el desafío era mayor, porque ya en 1963 el gran Luchino Visconti había logrado su apoteósica adaptación en película de esta aclamada e inolvidable novela escrita por Giuseppe Tomasi di Lampedusa. Una de las joyas esenciales de la literatura italiana y universal.

Brutalismos

Y es que el contemplar o padecer la destrucción de un mundo es una experiencia humana inmensa. Quizá por eso la historia de Fabrizio Corbera, el Príncipe de Salina (encargado por Kim Rossi Stuart), resiste el paso del tiempo y reaparece en un nuevo formato, en el que el deseo de preservar los rasgos poéticos de la novela de Lampedusa comulga con una nueva mirada para abordar el frenético proceso de unificación de Italia. Un momento tan esencial para entender la configuración de Europa, y del mundo en general, en torno a la toma del poder político por parte de quienes ya poseían el poder económico. Es decir, el fulminante proceso por el que la burguesía desplazó a la rancia y anticuada aristocracia en la conducción de los estados y, quizá, de la historia.

En una de las escenas más poderosas, en la que el choque de esas dos clases se manifiesta, una frase sugiere la sensación de la burguesía ante su ascenso: “pasarán doscientos años y mi especie seguirá en el mundo”. Quien lo dice es el miembro de un nuevo modelo de poder, que se va a servir de la democracia y sus instituciones para proteger las fuentes de su riqueza. No lucharon junto a Garibaldi, sino se aprovecharon de esa lucha para tomar las riendas de un nuevo régimen que les convenía y enarbolaba, para dominar a otros. Los borbones y sus principales tendrán que huir, probablemente a España. El rey Víctor Manuel tomará el mando sobre Nápoles y Sicilia, que se resignará durante décadas, incluso después del fin de la monarquía y el fascismo, al colosal poder industrial del norte de la bota.

‘Cónclave’

La principal diferencia entre la perspectiva de Lampedusa, que fue príncipe y perteneció a esa decadente aristocracia, con la de la serie, tiene que ver con el rol de las mujeres en la transición de un viejo mundo a uno nuevo. Las mujeres que aparecen en la novela, en cierto sentido, cumplen el fatal destino de la resignación ante una historia que solo debe padecer sin excusas. Las mujeres en la serie cobran conciencia de la transformación que sucede ante sus ojos y deciden ser parte de ese proceso reconfiguratorio, para garantizarse un lugar. No serán la nostalgia de un mundo perdido, sino que lucharán por su voz en el nuevo. Quizá, con la perspectiva del tiempo que ha pasado, la serie de 2025 también nos recuerda la vigencia de la fórmula: que todo cambie, para que las cosas sigan como estaban. (O)