El desempeño de Daniel Noboa Azín en el primer debate electoral despertó en la ciudadanía la confianza personal en su juventud, en su forma de hacer y entender la política, lo que unido a su brillante hoja de estudios académicos le acreditaron el triunfo pese a su reducida experiencia política. La juventud constituyó la base de su campaña, compartida por sus iguales y por la mayoría de los ecuatorianos. Las adversas circunstancias que rodearon a los otros candidatos inicialmente favoritos fueron otro factor considerable.

El doctor José María Velasco Ibarra, cinco veces presidente del Ecuador, tenía una fe ciega en la juventud, bajo la certeza de que los cerebros jóvenes a veces compensan la falta de experiencia con su idealismo. En sus gabinetes no era extraña su presencia, pero el peso de las canas era gravitante en casi todas sus decisiones. Contaba para manejar las dificultades del gobierno con las diferentes perspectivas que tienen de mirar la vida la madurez y la juventud.

En el futuro gabinete parece que sucedería lo inverso. Que la confianza personal de la ciudadanía en la juventud presidencial ha sido trasladada por el presidente electo a la conformación mayoritaria de los integrantes de su gabinete. Hasta ahora es notoria en un 70 % de ellos. Sus edades son parecidas y hasta inferiores a la del mandatario electo. La designación del premier será decisiva.

Si bien es cierto que todos los seleccionados acreditan muy buenos logros académicos, su experiencia administrativa y política es reducida, atributo que dispensado en el primer mandatario, no necesariamente lo es en la misma forma hacia los integrantes de su gabinete. Su prueba y responsabilidades serán duras. Los éxitos y fracasos de cada uno de ellos alcanzarán a la figura presidencial.

El presidente ha declarado que su gobierno será de hechos y no de palabras, y que responderá de esta manera a las expectativas en él depositadas. Parco en sus declaraciones, ha prometido la depuración de la administración pública desterrando la corrupción y extremar la lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico. Anticipadamente, ha desarrollado una agenda de actividad presidencial internacional, tratando de superar el estado calamitoso de las finanzas que recibe. Bien podría, como en igual oportunidad el expresidente Camilo Ponce Enríquez exclamó en su discurso inaugural, decir: “¡soy el síndico de una quiebra!”.

El Ecuador, la figura y el régimen de Daniel Noboa estarán bajo la lupa mundial. Se examinarán detenidamente las implicaciones de este singular desafío generacional. Sobre todo esta transmutación de los actores de la política gubernamental adueñándose del rol protagónico tradicional de los mayores.

Los resultados de este original ensayo político serán los que le permitan gobernar los próximos 18 meses, y quizás los siguientes cuatro años como él aspira -para lo que deberá ganar también la elección de 2025-. Nos corresponde a los ecuatorianos, con canas o sin ellas, brindarle todo el apoyo que merezca. También las críticas, cuando las instancias las hagan necesarias. Su éxito será el nuestro. El Ecuador lo espera. (O)