En el libro Empresas que sobresalen, de Jim Collins, él descubre que las empresas que consiguen sobresalir y hacer el salto de ser una buena empresa a una gran corporación es porque lograron entender varias estrategias claves, y una de ellas es poder establecer a la persona correcta en el asiento correcto.
Es decir, la concepción general y moderna que señala que tu personal es el activo más importante de la empresa, dice Collins, es errada, puesto que si esa persona no es la correcta para el puesto al que ha sido asignada, no sirve de nada tenerla.
Cuando hablamos del asiento correcto no necesariamente debe ser una persona que tenga el conocimiento vasto de la materia, sino que sea una persona con habilidades blandas que le permitan desarrollarse en cualquier tipo de ámbito.
El lograr encontrar a una persona que pueda automotivarse y que no necesite depender de un líder para desarrollar sus habilidades dentro del asiento correcto es como encontrar un diamante.
Sin lugar a dudas, el asiento correcto aplica para todo tipo de organizaciones, por lo cual puede ser aplicable para las instituciones del sector público de igual manera.
Como señala el autor Collins, tener a las personas adecuadas en el puesto adecuado es lo que lleva a que existan eficiencias, eficacias y resultados favorables en las corporaciones.
Esa premisa me hace reflexionar sobre los servidores públicos, tanto los de elección popular como aquellos que son parte del Gobierno, porque si muchos de estos fuesen las personas adecuadas para el puesto adecuado, entenderían que el servicio público es un acto de patriotismo puro. Pero es contrario de lo que hemos podido ver en las noticias de los últimos años, ya que los casos de corrupción, tráfico de influencias y demás están a la orden del día en nuestras instituciones públicas.
Conocer que un alcalde se aferra a un puesto público aduciendo elección popular, pero que ha dejado expuesto que no ha podido ser la persona correcta en ese asiento, nos demuestra que la democracia como está concebida en la actualidad tiene sus reparos. Es de conocimiento de los expertos que ningún sistema es perfecto, pero siempre es perfectible.
Entonces, si queremos que las cosas mejoren y cambien, debemos alentar y exigir que las personas correctas puedan estar en los asientos correctos para que el país tenga un real cambio y se vean las mejoras que son tan necesarias en estos momentos.
Por un lado, los compromisos políticos, las estrategias políticas y las agendas de nuestros mandatarios deben ceñirse a lo que es mejor para la institucionalidad y el país. Se deben dejar de lado los intereses individuales y deben primar los intereses colectivos. Esta es una necesidad dentro de una sociedad desgastada y corrompida.
Y, por otro lado, es importante desarrollar habilidades blandas en nuestros estudiantes para que puedan transformarse en esas personas correctas y posicionarse en sus correctos asientos. Solo con la transformación de la cultura, la sociedad y la educación lograremos hacer impactos positivos en nuestro país. (O)