Una de las principales tareas de las universidades es la generación de conocimientos renovados, con clara visión de servicio a la sociedad, para ser publicados en revistas académicas que tienen una serie de protocolos que conllevan pesados aparatajes burocráticos concebidos para el análisis editorial que acepta, niega o pide correcciones a los resultados de las investigaciones.
Los efectos positivos de esta forma de proceder son significativos, pues permiten depurar las propuestas e impulsar el avance hacia nuevos enfoques sustentados en procesos serios de trabajo, alineados, eso sí, a parámetros internacionales que van desde la forma de escribir y presentar hasta el contenido que debe ser considerado como un aporte al acervo del conocimiento académico. Esta pretensión tiene clara pertinencia científica, sobre todo en lo relacionado con el estudio y la investigación en ciencias exactas y experimentales. Sin embargo, no todos estamos de acuerdo con la arrasadora unidimensionalidad que se instaura, especialmente en relación con el conocimiento humanista que conlleva, por su propia naturaleza, el desarrollo de reflexiones y análisis que acuden recurrentemente a conceptos tradicionales, porque de lo que ahí se trata es de volver insistentemente a la comprensión de la condición humana que no se agota en lo científico sino que irrumpe en lo espiritual y cultural, siempre cambiantes y al mismo tiempo inmutables.
El alto impacto de una publicación en cualquier revista indexada está definido por una serie de parámetros ubicados en la estructura burocrática del sistema, que adquiere sentido en esas esferas enrarecidas de juzgamiento de la calidad e impacto de la obra, pero ninguno en la comunidad que la inspiró. Un trabajo de investigación, por ejemplo, sobre la realidad de la violencia familiar en Molleturo o en Daule, por el contrario, tiene alto impacto real cuando esas comunidades lo conocen, discuten, aceptan o rechazan y, especialmente, cuando incide en un cambio positivo de la realidad investigada.
Pero, ese alto impacto social evidente y no autoforjado por los sistemas de publicaciones científicas, no se da y menos se busca, porque los investigadores están compelidos a publicar en esas revistas especializadas, pues al hacerlo, su puntuación en sus carreras universitarias mejora, importando menos el impacto real de lo investigado.
Esta realidad es una pompa de jabón que debe ser analizada por nosotros los universitarios ecuatorianos, para desde la identidad, encontrar los caminos que nos permitan investigar y publicar con calidad, decencia y compromiso social.
El no estar en el sistema indexado conlleva el riesgo de invisibilidad al interior de la pompa de jabón, pero es un precio por pagar por la pertinencia social y el impacto de la investigación en la realidad concreta, que en definitiva y a la larga, potencia la visibilidad mundial debido al compromiso serio que se evidencia en la investigación. ¡Lo local bien hecho metodológicamente y con convicción ética de su pertinencia social, suple al cumplimiento de requisitos insustanciales y sistémicos para la vida y las realidades sociales analizadas! (O)