A las crisis visibles que vivimos actualmente, como la inseguridad y la escasez de energía, se suma una crisis menos evidente pero igualmente devastadora: la crisis de confianza.

La desconfianza se ha incrustado en nuestro tejido social, contaminando cada aspecto de la vida pública y afectando la relación entre los ciudadanos y las instituciones. Es una crisis silenciosa, pero capaz de socavar los pilares de una sociedad.

Hablamos poco de la confianza. ¿Sabías que hay un Índice de Confianza Global? Es un estudio que realiza Ipsos cada año. En la edición del 2024 evaluó en 32 países la percepción que tenían los encuestados frente a profesiones, oficios y la confianza hacia los otros. Ecuador no aparece dentro de los países considerados (no sé por qué me sorprendo), pero están Perú, Colombia, Argentina, Chile y Brasil representando a nuestra región en este mundial de la confianza, lamentablemente ninguno dando un buen ejemplo.

El arte de la queja

El futuro llama a la cordura

Algunos resultados interesantes: solo cuatro de cada diez personas confían en las personas comunes, los que más confían son los de la generación X, los menos confiados, la generación Z. Dentro de las profesiones, las que gozan de mayor confianza son los médicos, científicos y profesores, seguido curiosamente por las personas de servicio de los restaurantes. En la parte baja de la tabla, los que mayor desconfianza generan son los políticos. En penúltimo lugar se ubica un oficio que se integró por primera vez en este ranking: los influencers de redes sociales. Es curioso, aunque se pongan filtros generan más desconfianza que los jueces, publicistas, taxistas y abogados. Esto puede ser un síntoma de algo de lo que ya hablaba Zygmunt Bauman, conocido por su concepto de “modernidad líquida”, describía la confianza en las sociedades modernas como un recurso frágil y efímero. En un contexto donde todo se expone y se juzga, la confianza genuina es sustituida por una imagen de control constante.

Ahora, imagínate a políticos tratando de ser influencers en redes, parece ese chiste de “cuál es el colmo de la desconfianza”.

Sin embargo, y dejando el humor de lado, no toda desconfianza es igual, la desconfianza extrema en la clase política es muy peligrosa, porque pone en juego las bases de la democracia, la participación e involucramiento de la ciudadanía y especialmente, un acuerdo en un proyecto común de país.

Otro estudio de Ipsos sobre la confianza, realizado en Ecuador y publicado en 2023, revela que el 95 % de los ecuatorianos no confía en los políticos. La corrupción y la falta de transparencia son las principales causas negativas en la percepción ciudadana hacia las instituciones políticas.

Savater, filósofo español, nos recuerda que la confianza es el pilar fundamental de cualquier sociedad cohesionada. Sin confianza no puede existir una verdadera convivencia, porque cada acción y decisión es cuestionada y observada bajo el lente de la sospecha.

En un país que lucha por estabilizarse, esta pérdida de confianza es un obstáculo tan crítico como cualquier otra crisis, pero hablamos tan poco de la confianza. (O)