Querido Papá Noel:
Te escribo con la misma ilusión que lo hacía cuando era una niña. Con la misma esperanza de que, plasmando mis deseos en una carta, estos se puedan materializar por motivo de la Navidad. Ahora, en mi adultez, sé y comprendo que los deseos son complejos y que no dependen de ti, pero aun así me gusta sentir esa alegre sensación de escribirlos en una hoja, y recibir estas festividades con los ánimos de la inocencia y fe de que recibiré los regalos que tanto he esperado.
En realidad, los regalos que deseo no son directamente para mí. Soy agradecida con Dios porque tengo salud y el amor de mi familia, lo que, a decir verdad, en tiempos pandémicos es más que suficiente. Pero, aun así, me preocupa el futuro, el país, el entorno y la incertidumbre: ¿cuánto tiempo nos tomará salir de esta crisis?, ¿cuándo la gente podrá tener empleo?, ¿cuándo nuestros compatriotas podrán salir de la pobreza?, ¿cuándo nos volveremos a levantar, pensar en el futuro y parar esta sensación de que solo estamos sobreviviendo al día?, ¿cuándo recuperaremos el optimismo de que están cerca los días mejores? Me gustaría pensar que pronto, pero los expertos en economía y proyecciones dicen que no. Las voces e instituciones autorizadas hablan de una variación del PIB en torno al 3% en este 2021, y mucho menos para el 2022, y es lamentable porque no es suficiente considerando la caída en el año 2020 (por las razones que conocemos). Es triste, porque esto nos indica que nos tomará varios años volver a los niveles de renta, empleo y competitividad que teníamos (que de por sí no era lo suficientemente alta) antes de este nefasto virus.
Pero, entonces, ¿cuál es mi deseo? Sencillo: que el crecimiento económico no demore tanto, que la recuperación llegue lo más pronto posible. Ya no soportamos más tanta pobreza, desesperanza y necesidad generalizadas. Las empresas anhelan invertir, los trabajadores quieren ser contratados y todos queremos progresar.
Pero también hay otro tema que me preocupa, y es el tema del virus, que se niega a doblegar. Como humanidad avanzada, desarrollada y en cooperación global, hemos sacado vacunas y otra serie de estrategias de contención, y nada ha sido suficiente. Cada vez que creemos que la pandemia está llegando a su final, y que todos estamos protegidos, surge una nueva variante. La última novedad es la necesidad de una tercera aplicación de la vacuna, que hemos denominado dosis de refuerzo. Todo sea para salvar la mayor cantidad de vidas y poder acercarnos un poco más a nuestra antigua normalidad.
Ese también es mi otro deseo, y en realidad se parece mucho a lo que pedí el año pasado: que acabe la pandemia, que acabe el sufrimiento, que acabe esta oscura sombra que se ha posado sobre nuestra existencia, y que volvamos a sonreír en la ilusión y la guía de Dios.
Se acerca el 2022, nuevo año, nuevas esperanzas, nuevas ilusiones, nuevas direcciones. Tengo fe en que mis deseos, que son los mismos que los de millones de personas más, se hagan realidad, que reine la paz y la prosperidad para todos.
Que tengas una Feliz Navidad. (O)