El pasado domingo asistimos al debate presidencial de segunda vuelta, debate complicado para el presidente Daniel Noboa, quien en esta ocasión se enfrentó a un escenario inédito, pues, durante dos horas estaría expuesto, en vivo, frente a millones de electores (los medios reportan una audiencia cercana a los 10 millones), ante las acusaciones y ataques de su contendora, quien, por ser mujer, lo obligaba a cuidar muy bien sus formas para no ser acusado de maltrato o descortesía. Acá no habría filtro alguno de los medios, portales o analistas; ni voceros, ni video pregrabado ni comunicado oficial institucional. Sería el presidente, acompañado únicamente de sus conocimientos, experiencia e inteligencia emocional, y claro, de los aciertos y yerros de su gobierno.

El posdebate

La mejor elección

A diferencia del debate de 2023, en el que Daniel Noboa era un debutante en estas lides, sin opción alguna de ganar (hasta ese momento) y sin pasado político que escudriñar, o del de primera vuelta, dividido en dos grupos, enmarañado por 16 candidatos y diluido por un formato patético en el que los candidatos no tenía tiempo para gravitar en lo más mínimo, en esta ocasión sería un cuerpo a cuerpo, uno contra uno, entre el presidente en funciones y la candidata opositora Luisa González.

Y para sumarle un grado adicional de dificultad, el presidente llegó presionado a ganar el debate, o al menos, no perderlo, toda vez que la mayoría de las encuestas que circulan reconocen una ventaja de Luisa González.

Lo cierto es que, luego de dos horas de debate, de ataques y contraataques, y de promesas de lado y lado, creemos que el presidente pasó la prueba. Digo esto porque aunque evidentemente no ganó el debate tampoco lo perdió; sea por el formato que no lo permitió, porque doña Luisa no supo sacarle provecho suficiente o porque el presidente supo golpear para salirse del arrinconamiento que a ratos consiguió su contendora.

Le toca a su equipo de comunicación ahora hacer inventario y reparación de daños hasta el 13 de abril. La deuda con el SRI, las denuncias contra la presidenta de ADN y otras acusaciones contra sus negocios familiares, entre lo más relevante; y a Luisa, desligarse de la Liga Azul y del dictador venezolano Nicolás Maduro, tarea muy complicada esta última.

Leo y escucho por allí a opinólogos quejarse del nivel del debate y me pregunto: ¿qué esperaban? ¿Es que acaso el nivel de discusión de los grandes temas nacionales en el Ecuador tienen un nivel medianamente serio?

Si vivimos en un país en el que se sentencia por redes sociales y se imponen mentiras como verdades a base de tendencias generadas por troll centers y voces pagadas.

El debate tuvo el nivel que tiene la política en el Ecuador; ni más ni menos. Y por el contrario, pienso que estuvo muy por encima de lo que vemos a diario en redes y medios, e incluso, de debates anteriores.

Se viene el remate final de la campaña. Veremos si pasa algo extraordinario que cambie la tendencia, lo cual, en esta tierra macondiana, es más que posible.

Seguiremos comentando. (O)