Las tendencias absolutistas tienen afán de controlar todo, de eso no cabe duda. Los controles pretenden que sea la voluntad absoluta del que tiene el mando la que prevalezca en el desarrollo de las actividades de los controlados.

En el Ecuador ya lo vivimos con la Ley de Comunicación que se impuso a los medios de comunicación, atropellando la libertad de expresión y de pensamiento, so pretexto de “controlar” afanes de imposición por parte de la prensa.

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Volvieron a “sugerirlo” a través de un asambleísta electo, al que inmediatamente, por efectos negativos en la opinión pública, en plena campaña electoral, mandaron a callar, pero el tema está allí.

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Hace poco surgió una propuesta planteada por una asambleísta, trasnochada y falta de sentido social, de una ley para controlar las organizaciones religiosas, a quien también mandaron a callar, y, esta vez intervino el líder máximo de la agrupación política que se entusiasma por esos controles.

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Una vez que se han manifestado las aspiraciones controladoras en dos aspectos fundamentales de la libertad de un ser humano: la libertad de expresión y de pensamiento, y en otra muy relacionada a estos dos temas, la libertad de creencias religiosas, lo que hacen es mostrarnos lo que van a hacer: no van a cejar en su afán de control, es su naturaleza por ser absolutistas.

Basta ver lo que ocurre en algunos países dominados por esa tendencia: Cuba, Venezuela y Nicaragua, por mencionar los más cercanos, donde no existe libertad de expresión ni de pensamiento, ni tampoco libertad religiosa.

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La esencia del ser humano y su diferencia con los animales, es hacer uso de las ideas propias, de hecho, las ideas detrás del absolutismo nacieron de esa manera, pero se han deformado de manera que sirvan como argumentos para, disfrazando de bienestar social y de “libertad”, se conviertan en herramientas de dominio, de imposiciones y de sanciones, cuando en el legítimo uso de nuestras libertades expresemos discrepancias con quienes están en el poder.

No nos engañemos, las ideas de control y dominio están allí, está en nosotros defender nuestra calidad de ser humano. (O)

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José Manuel Jalil Haas, ingeniero químico, Quito