El CNE ha señalado el domingo 13 de abril, para la elección, en segunda vuelta, de los candidatos a la Presidencia y Vicepresidencia de la República, y en la ciudadanía hay inquietud, angustia y también esperanza.
¿Quién ganó el debate presidencial?
Hay inquietud y angustia por el peligro que puede correr los tesoros que el pueblo ha conquistado y ha guardado en el pensamiento e ideales, porque son la vida del espíritu y porque esa diversidad es esencial para que el país cumpla su misión y destino.
Ecuador existe como nación gracias a la pujanza, la fe y la esperanza de su gran pueblo, que anhela un liderazgo orientado hacia el bienestar del país, dejando de lado intereses personales y partidistas y enterrando la corrupción y la traición.
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No debería haber razón para tanta inquietud y tanta angustia y los candidatos a la presidencia de la República debían antes que la prédica del odio, prometer al pueblo ecuatoriano una era de paz, de justicia, de respeto a la libertad y a la dignidad.
Ecuador quiere que se predique de la sensatez, del patriotismo, del verdadero amor a la patria y que su nombre no sea el disfraz de lobos despiadados. Ecuador quiere que quien se crea capaz de levantar la sagrada bandera de nuestro pueblo, no pinte en esa bandera la insignia de la traición y de la muerte por la que estamos pasando. El portaestandarte de un pueblo ha de tener brazo firme, voluntad heroica, corazón humilde y, por humilde y henchido de amor a todos los hombres de esta tierra.
Los ecuatorianos hemos sido citados para decidir, el próximo 13 de abril, quién habrá de ser el servidor y no el amo de la República, el ejecutor y no el prestigiador de sus leyes, el portavoz de la democracia, el guía de más de 17 millones de seres humanos por los senderos de la libertad, de la dignidad humana, de la verdad sin deformaciones, sin disfraces, sin estridencias vacías. (O)
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Jorge Enríquez Páez, abogado, Quito