Una vez le preguntaron a Antístenes ¿qué había aprendido de la filosofía después de tantos años? Y él respondió: “El ser capaz de hablar conmigo mismo”.
La vida es el transitar entre la inocencia, la sabiduría y el silencio. Así como la oscuridad disuelve la luz, así el amor santifica el odio y los sonidos se convierten en bellas melodías y lo absoluto se convierte en relativo.
El mejor estado del ser humano es el silencio, único mensaje que entiende Dios, Yahvé, Jehová y el Tao. El cuerpo es apenas el 1 % de nuestra estructura, el 99 % es el alma, el espíritu eterno.
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El éxito y la felicidad se construyen
El cuerpo en la mayoría de las personas después de los 70, 80 y 90 años va perdiendo su esplendor, siempre cambiando, siempre transformándose, como son todas las cosas que vemos en el universo, quizás hasta el sol algún día se extinga como piensan los sabios; o como piensan los poetas que el amor y el alma jamás se extinguirán.
Pitágoras repetía: “Aprende a estar en silencio y deja que tu mente tranquila escuche y se quede absorta”. Hace unos días fue el cumpleaños de uno de mis hijos y decidí no hablar, eran catorce personas y fue el escándalo, “mi papi no habló”, me sentí tan tranquilo porque pude disfrutar de una bella velada regocijándome del entusiasmo y los sueños de los jóvenes, con ellos mucho se aprende, porque se entiende qué es lo que más quieren y necesitan.
Solamente con la meditación y en silencio podrás irrumpir en las profundidades del lago que es tu mente y te encontrarás con un mundo maravilloso que jamás habrás imaginado, donde todo es tranquilidad y paz, último camino que más temprano que tarde tendremos que transitar. Yo estuve quince días fuera de este mundo y lo que vi me pareció maravilloso, pero volví porque todavía había cosas por hacer. (O)
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Hugo Alexander Cajas Salvatierra, médico y comunicador social, Milagro