¡Y llegó la Navidad 2020!
Parecía interminable el año cuando empezamos a vivir la cuarentena por este virus fatal y tal vez imaginamos arribar sin humor ni deseo para disfrutar de las festividades de diciembre.
Pero, debemos reconocer que la Navidad no es una celebración como otras, ya que aún los problemas más complicados del mundo, no impiden su irrupción bulliciosa en la sociedad, en las familias y su influencia en el ánimo de las personas.
Cada año, esta fiesta tiene la magia de detener conflictos aún grandes, obliga a posponer las preocupaciones y acortar los distanciamientos para exigir ser celebrada, sobre todo, en el ámbito familiar.
Definitivamente, lo comercial tiene mucho que ver en este fenómeno navideño; pero es imposible olvidar que todo ese movimiento tiene un origen extraordinario: la conmemoración del nacimiento de Jesús de Nazareth.
Es verdad que frente a la maldad o el desconcierto de las grandes tragedias que atraviesa la humanidad, con todo el sufrimiento que va dejando en las familias y personas la pandemia actual, a veces, parece inútil la recordación de la venida del Salvador, y muy lejana aún la realización plena del Reino de Dios que Él inauguró.
El 25 de diciembre de este año se reunirán con mucho esmero, ilusión y cuidado las familias para tener una Navidad sin peligro de contagio… Probablemente, algunos faltarán… pero los que puedan reunirse, lo harán con el corazón ilusionado de compartir el calor de hogar y sentir el amor familiar.
Será posiblemente la Navidad más parecida a aquella primera en el pesebre de Belén.
Lo cierto es que el cumpleaños de Jesús no puede pasar desapercibido jamás, porque Él es nuestra esperanza. Sí, esperanza para todos los que creemos en sus promesas, en su Redención, en su Palabra y en su Resurrección.
Él nos invita a mantener firme la fe y a confiar en su amor salvador, que inauguró su reino aquí en la tierra y nos ofreció la posibilidad de vivir felices eternamente en el cielo. Este es mi nuevo correo.
Esta es nuestra fe y debemos cuidarla y alimentarla de esperanza, en todo tiempo y lugar.
Que el inmenso amor, sencillez y grandiosidad de la primera Navidad, los acompañe siempre.
Y la esperanza sea orientadora de nuestro caminar optimista y operante en el Nuevo año 2021. (O)