El flamante presidente de la CFN (Corporación Financiera Nacional), Roberto Dunn Suárez, ha anunciado la transformación de la CFN a un banco de “segundo piso”. Para quienes no conocen ese término, eso quiere decir que la CFN a futuro no va a dar créditos directamente a las empresas, sino que otorgará líneas de crédito y dotará de recursos al sistema financiero para que este, con esos recursos, pueda entregarlos directamente a las empresas del país.
La CFN fue creada con ese objetivo. Pero por muchos años, bajo las presiones políticas, la CFN ha reestructurado muchos créditos malos de otras instituciones. Es decir, por hacer favores políticos, se ha cargado de basura. También ha dado por años bastantes créditos a proyectos que no debían darse, y todo esto, con los recursos del Estado, que son recursos nuestros, son nuestros impuestos.
Pero este no es un problema solo de la CFN. Es un problema de todo el sector público financiero. Comencemos con el Banco Central del Ecuador (BCE), el cual dilapidó su reserva, entregando esa liquidez al régimen anterior, para dejarnos en una posición inmisericordemente precaria, y que nos ha pasado la factura desde el 2016. Esa conducta no tiene comparación con la de ningún país que, al igual que el Ecuador, no tenga moneda propia. Ninguno ha hecho una barbarie así.
El antiguo Banco Nacional de Fomento, hoy Banecuador, ¿cuántas capitalizaciones y aportes de recursos recibió para limpiar malos créditos? ¿Cuántas veces realizó condonaciones por malos créditos? Y hoy el BIESS, institución que maneja el sagrado patrimonio de los afiliados para cubrir las pensiones futuras, ¿ha entregado en forma óptima sus créditos? Se menciona que la calidad de su cartera está muy por debajo de los estándares de cualquier institución financiera bien manejada. Hay muchas versiones serias de que la cartera hipotecaria vencida supera cualquier índice razonable, y en forma dramática, no leve.
Dada la transparencia que está mostrando el actual presidente del Directorio del IESS, sería conveniente que junto al nuevo gerente general del BIESS, expliquen con exactitud al país cuál es la situación de la cartera hipotecaria, y quirografaria. ¿Cuánto de esa cartera está vencida y cuánto de esa cartera está mal estructurada legalmente? Y de ser esto así, no solo buscar responsables, para sancionarlos, sino también tomar los pasos para revertir esto, como lo ha hecho la CFN con tanta claridad.
Deberíamos, sin miedo, comparar esas cifras con la situación de la cartera que manejan los bancos. A ellos el público les ha confiado los depósitos libremente; en el caso del BIESS a los ecuatorianos se les obliga a aportar a un monopolio que maja los ahorros para las pensiones. Con esta comparación se verá entonces la gigantesca diferencia entre cómo están las hipotecas en el sector bancario, bien manejadas, y como están en el BIESS, manejadas con la falta de cuidado típica del sector público.
La mala cartera de las entidades financieras del sector público luego se recicla. Es enviada a Resicob. Entonces se limpian los balances, realmente se maquillan, y el Estado vuelve a meter dinero, y sigue la fiesta. Todo esto con nuestros recursos.
Hoy en día, para las autoridades de control, estoy seguro que mucho más difícil es vigilar y regular a las entidades financieras públicas, que a las privadas. Ellas son las que más problemas muestran, empezando por el BCE cuyo balance es mejor no analizarlo. Si al balance del BCE se le aplican las mismas normas que para un banco privado, los administradores no tendrían dónde esconderse.
La nueva gestión de la CFN muestra cosas importantes: a) Que es posible hacer las grandes transformaciones cuando hay decisión, y cuando esa decisión se toma siempre es el tiempo adecuado para hacerlo. b) Que las demás instituciones están atrasadas. c) Que sí es posible reducir el tamaño del Estado.
Si la CFN se convierte en banco de segundo piso, no se necesitarán muchos empleos que ahí no deben existir, porque es el sector privado el que debe hacer esa labor. Y los buenos funcionarios de CFN, aquellos que se sabe han sido honestos, serán tomados por el sector privado, que aumentará sus operaciones.
Y si otra institución debe ir por igual camino, es el BIESS. ¿Por qué no se vuelve un banco de inversión, es decir un banco que provea recursos a los bancos y entidades privadas para que ellos hagan las operaciones? ¿Tiene alguien duda de que las entidades privadas vigilarán mejor que los créditos estén bien legalizados? ¿Tiene alguien duda que cobrarán mejor que el BIESS y por lo tanto tendrán mucho mejor protección los afiliados?
El problema del sector público financiero es dramático. La CFN ha tomado el liderazgo de la indispensable transformación. Los otros deben seguir, pues no hay tiempo para seguir quemando recursos como lo han hecho. (O)