Es incontenible el avance del e-commerce o comercio electrónico, definido como cualquier forma de transacción mercantil utilizando redes de comunicación vía internet, práctica herramienta de conectividad y gobierno mundial acelerada durante la pandemia, por la limitación a la circulación de bienes y clientes temerosos de contagio, presumiéndose que su aceptación exponencial continúe luego de la emergencia, con mejoramiento en equipos e ideas más creativas hacia la deseada unión universal alrededor de los negocios. El mayor énfasis se ha manifestado en los productos no perecederos, sin imaginarnos que alcanzaría a los agrarios en todas sus presentaciones, incluyendo los frescos o de efímera duración.
Hay países que han demostrado mayor acogida con superior número de adherentes, pero no creíamos que abrazaría tan rápido a los sembradores y comercializadores agrarios, como lo viene haciendo la República Popular China, cuyas compras citadinas en general superan a las americanas, siendo además pionera para el área rural, facilitando la incorporación de aisladas comunidades, típicas de esa nación, que subsisten gracias al trabajo agropecuario que ahora tienen la gran posibilidad de abatir el abismo de las distancias que las ha separado de los grandes centros poblados, pero ávidos por consumir productos frescos, de temporada, sin utilización de químicos, orgánicos y sanos.
Lo expresado ratifica que la agricultura no se ha quedado al margen de esta innovación, aun cuando se sumó a ella más tarde que otros sectores económicos, siendo una maravillosa alternativa para que el Ecuador agrícola aglutine al inmenso número de centros campesinos que cultivan variadas especies alimenticias algunas con valor agregado, separados por cortos recorridos de los núcleos de gran densidad poblacional, como es característico de todas las regiones del país. Será cuestión de tomar iniciativas que deben partir de las mayoritarias municipalidades rurales, de los gobiernos provinciales con sus alcaldes, en unidad de objetivos con las juntas parroquiales, para crear un vasto espacio práctico de entrenamiento de esta modalidad, llamada a transformar el mercadeo agrario del país.
Para estas acciones de inaplazable modernización, el gran promotor tiene que ser el Estado en el suministro de accesibilidad barata de internet hacia los pueblos rurales, por pequeños que sean, sin que importe su lejanía, y se acoplen a la comunicación fluida, útil para agricultores y ganaderos, estimulando la compra de equipos y, sobre todo, dando capacitación a la empresa familiar y sus miembros sobre la eficacia y seguridad de los procesos computarizados, que requerirán teléfonos inteligentes. De esa manera los productores podrán ofrecer con ayudas fotográficas, las bondades de los bienes existentes en abundancia en nuestros campos, mostrando su origen, la marcha de los sembríos, recolección y empaquetado, para que la gran ciudad se convenza y confíe en la pureza de las cosechas y bienes pecuarios, que su empoderamiento y manejo generen un espacio de prosperidad para los empresarios agrícolas, sea cual fuese el tamaño de sus fincas. (O)