Esa es la palabra que más ha venido usándose en esta pandemia global y que es tomado como un mecanismo eficaz para evitar la propagación del virus y constituye en si misma toda una metáfora del mundo que se viene. Veremos crecer una profunda desconfianza a todo lo que implique global y nos habremos refugiado en lo local, en lo nacional con una creciente desconfianza hacia el de al lado, al diferente o al de mas allá. La aldea se refugiará en sus saberes y mirará de reojo todo lo que implique una apertura hacia ese mundo exterior de donde nos vino el virus y acabó con muchos, paralizando la economía a su paso. La tierra no será plana como afirmaba el mayor panegerista de la globalización, Thomas Friedman; ella volverá a ser “redonda” luego de un proceso de mundialización que trajo como resultado una mayor injusticia y pobreza. La cercanía será con uno mismo o con los nuestros, y esto tampoco es una panacea en sí misma.

Los discurso xenófobos y los gobiernos autoritarios o fascistas crecerán. Primero para encarnar las virtudes nacionalistas y luego para establecer un orden cierto en un mundo dominado por la incertidumbre y la violencia. No es seguro para nada que la democracia –el menos malo de los sistema políticos– sobreviva sin hacer profundos cambios. Ella ha venido repitiendo en sus liderazgos todas las deficiencias de un modelo global sin ninguna de sus virtudes. Muchos gobiernos democráticos se vistieron con los atuendos de la globalización multiplicando sus ingresos ante las angustias de un pueblo que se contentaba con migajas y opresión. Ese modelo de administradores ricos y pueblo pobre se acabó. Ese que repetía las virtudes nacionales mientras comprabas costosos jets para desplazarse junto a sus amigos globales no es sostenible. Solo sirvió para sacar dinero, construirse mansiones o vivir exiliados. Esa democracia distanciada de la gente no puede volver a existir luego de la pospandemia.

El tamaño de esta crisis es enorme y sus consecuencias serán iguales. Algunos buscaran calafatear un barco a la deriva con una tripulación envuelta en un mar de arbolada mientras los náufragos que se salven forzarán a cambios mas profundos. El abandono de nuestra salud pública ha sido siempre conocido pero nunca más evidente como ahora. Pobre, desborbada, desorganizada y desabastecida debe ser una de las grandes prioridades en el reconstrucción del nuevo mundo que surgirá de esta crisis. El egoísmo manifiesto del viejo sistema globalizante se puso en evidencia en la conversaciones de líderes de la Unión Europea donde alemanes y holandeses cargaron contra españoles, franceses e italianos con una burocracia llena de empleados y de una casta parasitaria bien alimentada en los cargos políticos.

Hemos iniciado el desacople de la nave para el ingreso a la atmósfera. Es el momento más temido para los tripulantes que retornan del espacio. Habrá raspaduras, golpes y fuego. Será claramente un momento único en nuestra historia para el cual debemos trabajar con intensidad diseñando mejores opciones para los desengañados, inciertos y sobrevivientes de esta gran calamidad. A remangarnos. (O)

Benjamín Fernández