Las palabras expresan ideas y las ideas tienen un contenido. Para que haya intercomunicación, quien pronuncia una palabra y quien la escucha han de referirse a un mismo contenido. Quien habla de vender una liebre no ha de entregar al comprador un gato.
La actual pretensión de vender “gato por liebre” se complementa con la afirmación atribuida a Voltaire: “Miente, miente; que de la mentira algo queda”. Se ha formado un coro de voces; que, sin darse el trabajo de pensar en el contenido de su canto, repite y repite por todos los medios que el aborto es un derecho de la mujer. Algunos de los directores del coro sí saben que el gato no es liebre, que una persona no puede ser propiedad; pero, o porque están embotados por la mentira de que “la vida no vale nada”; o porque no hay que complicarse la vida; o por conveniencia política; o por ignorancia pasan por alto afirmaciones de científicos, según las cuales un óvulo fecundado (y) anidado es un YO, que no deja de ser humano, y los rechazan porque afirman que el aborto provocado es matar.
La ciencia dice que aborto es expulsión provocada de un óvulo fecundado y anidado. La ciencia dice que un óvulo fecundado y anidado es ya un ser humano, un yo, que inicia su desarrollo. El invocar el derecho de la mujer de expulsar de su cuerpo este yo, como si fuera un tumor, es afirmar que el feto humano es como un tumor, sin derecho alguno, como una cosa, sujeta al interés de una persona o de una sociedad. La razón y la fe señalan la consecuencia: aborto es matar un yo humano en el inicio de su desarrollo. Todo crimen es más o menos grave, de acuerdo con el grado de conocimiento y de libertad, con el que se comete.
El yo se inicia y desarrolla en ese tejido de libertad y responsabilidad, elementos que son al mismo tiempo elementos de su identidad. Separar libertad de responsabilidad daña más temprano que tarde al yo y a la sociedad.
La biología se pone a servicio de la libertad y responsabilidad en engendrar a nuevas personas. La biología tiene etapas de fecundidad. El sexo humano no es un ‘yo te uso’, ‘tú me usas’; es lenguaje de amor; es un salir de sí mismos, para encontrarse con el otro.
El gesto de amor se personifica en los hijos, engendrados responsablemente, de acuerdo a la salud de los padres, a la capacidad de educar a los hijos, para que den su aporte y crezcan en y con la sociedad.
El más opuesto a Dios, que es vida, el nuevo Caín, mata con armas sofisticadas, a su hermano por un dominio mundial. Prefiere emplear los recursos en carísimas armas para matar y no en el acceso de la humanidad al saber, sustento material y espiritual de la humanidad.
Los cristianos vemos en la Trinidad, encuentro en el ser y existir de tres Personas, la fuente de amor, de fecundidad, de vida, de responsabilidad y de felicidad. (O)