Esta semana el asambleísta Henry Cucalón realizó su rendición de cuentas en Universidad Casa Grande, respecto a las gestiones realizadas en la Asamblea Nacional en el periodo 2018-2019. Además de las formalidades del caso, como publicar los informes para que puedan ser consultados por la ciudadanía y entregarlos al Consejo de Participación Ciudadana, es imprescindible analizar la importancia de que los políticos rindan cuentas de sus acciones.

2019 fue un año en el que temas de vital importancia para el desarrollo de nuestra sociedad fueron analizados por nuestros parlamentarios. Leyes como las de Seguridad Ciudadana, Registro ecuatoriano de violadores, abusadores y agresores sexuales de niñas, niños y adolescentes, y la reforma al Código Orgánico Integral Penal fueron discutidas en medio de inestabilidad política, conmoción social y decrecimiento económico.

Para que estas discusiones se concreten es importante que los asambleístas asistan al pleno. Más importante aún es que asistan a sus comisiones asignadas, porque es ahí donde realmente se hace el trabajo legislativo, donde se diseñan y discuten las que serán las propuestas de ley. La inasistencia de muchos asambleístas demuestra el poco compromiso que tienen con sus votantes. En realidad, lo que están provocando es que se diluya la esencia de la democracia representativa, por la que las democracias contemporáneas han luchado por décadas, evitando así los personalismos y gobiernos despóticos.

La responsabilidad que tienen los asambleístas va más allá de legislar. Ellos son la máxima representación de los ciudadanos. Es por esta razón que los asambleístas no solo son la voz genérica de todos los ecuatorianos, sino que tienen representaciones provinciales para lograr transmitir las necesidades desde lo más local, inclusive desde el exterior.

De las 152 sesiones que se realizaron en la Asamblea Nacional en el periodo 2018-2019, ¿cuántos asambleístas faltaron a más del 50 % de ellas?, ¿cuántos enviaron a sus alternos?, ¿cuántos decidieron no participar de las discusiones de sus comisiones? ¿Estamos mal utilizando los recursos públicos, es decir, nuestro dinero?

Tal como lo manifestaba el asambleísta Cucalón, es aquí donde los ciudadanos tienen el poder de ejercer el control social. Tenemos las herramientas para fiscalizar el trabajo que se realiza desde la Asamblea Nacional. Esto debe ser un ejercicio de costo-beneficio. Si el costo de mantener un asambleísta es mayor al beneficio que el ciudadano recibe del trabajo legislativo, pues entonces se deberá recurrir a los diferentes mecanismos legales para cesar a los funcionarios de sus actividades. No podemos permitirnos malgastar nuestro dinero en políticos que no nos representan.

Estamos a tiempo de tomar mejores decisiones que las del pasado. El voto ciudadano tiene mucho poder y es al fin de cuentas el encargado de dictar el camino que recorreremos los próximos cuatro años. A menos de un año de las elecciones parlamentarias, recordemos cuál es el verdadero rol de los asambleístas en nuestra sociedad y votemos por quienes asuman el compromiso moral de legislar por el bienestar de los ecuatorianos. (O)