Nuestro invitado

En un bote, para avanzar, debemos remar en el lado derecho y el izquierdo. Caso contrario, el bote girará en el mismo sitio y se estancará.

Parece obvio, pero esa lógica también se aplica a la estrategia comercial de las empresas, las instituciones y los países.

Comencé el año 2020 asumiendo un nuevo reto. He sido designado director ejecutivo de la Asociación de Exportadores de Banano del Ecuador (AEBE), tras casi diez años de estar al frente de la Cámara de Comercio Ecuatoriano-China. Cuando la agenda comercial se llama “Ecuador” y esa es la brújula que marca nuestras decisiones, no tiene por qué haber contradicciones entre los gremios.

Mi objetivo en AEBE es contribuir a su gobernanza institucional, promover la unión del sector y establecer alianzas estratégicas para obtener más oportunidades de capacitaciones para nuestros afiliados. La fórmula de trabajo que propongo es una que combine la sabiduría que da la experiencia en el sector con el ímpetu, las energías y la innovación que aporta la juventud.

Fortalecer nuestra presencia en los mercados tradicionales debe ser siempre una de nuestras prioridades, pero sin olvidarnos de apuntar a nuevos mercados. Y esto aplica no solo para el banano. Depender de un solo mercado nos vuelve vulnerables, por eso diversificar los mercados de nuestras exportaciones es una estrategia saludable. En el caso del banano, esos nuevos mercados son Medio Oriente y China.

El mercado chino, sin duda, es muy atractivo para los exportadores. Tiene 1400 millones de personas. Entre enero y noviembre de 2019, las exportaciones de Ecuador a China alcanzaron los $2462 millones, con lo que China se convirtió –por primera vez– en el segundo destino comercial de exportaciones no petroleras de Ecuador, superando a Estados Unidos y detrás de la Unión Europea. Los tres principales productos que exportamos al gigante asiático son camarón, banano y madera.  

Para afianzarnos en el mercado asiático y que nuestros productos tengan ventajas arancelarias necesitamos acuerdos comerciales.  Debe haber una sinergia público-privada para lograr acuerdos que nos permitan conseguir mejores condiciones para nuestros productos de exportación. Llegar a nuevos mercados es siempre una buena noticia. Vemos con buenos ojos que Ecuador y México hayan comenzado a fines de enero la primera ronda de negociación para alcanzar un acuerdo comercial. Sobre todo porque dicho acuerdo es parte de algo más grande. Es un paso previo para que seamos aceptados como miembros de la Alianza del Pacífico, un bloque conformado también por Colombia, Perú y Chile.

Debemos aprovechar esos acuerdos comerciales para promocionar aquellos productos en los que tenemos ventajas comparativas. El banano es uno de ellos. Cuando exportamos más banano, no solo ganan los exportadores, sino las 250 000 familias que dependen de este sector. Y el impacto es mucho mayor si incluimos a las personas que trabajan en las industrias vinculadas. Son aproximadamente 2,5 millones de personas que dependen de forma directa e indirecta de la producción y exportación de banano.   Para lograr que todas esas personas no pierdan su sustento debemos remar en la misma dirección, independientemente de la ideología y de las campañas electorales. (O)