El 4 de septiembre del presente año, en el vestíbulo del MAAC, el arquitecto Florencio Compte, decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, presentó unas lecturas sobre las memorias urbanísticas de un legado de obras muy significativas para la ciudad de Guayaquil, que dejó el ilustre arquitecto italiano Francesco Maccaferri, siendo considerado un ícono de la transformación de esta ciudad. Sus diseños urbanísticos que todavía existen, como es el edificio del Palacio Municipal de Guayaquil, siguen siendo la más emblemática belleza arquitectónica de esta ciudad. Manifiesta Compte que Maccaferri dividía lo neoclásico, lo ecléctico y lo racionalista que empataban con los cambios de esta urbe porteña. Fueron 48 proyectos que trabajó entre edificios y casas este arquitecto italiano desde que llegó en 1929, contratado por la Compañía Italiana de Construcciones. En la actualidad solo quedan 30 edificios sobrevivientes de demoliciones.
Una de las obras más impresionantes fueron los servicios higiénicos públicos que estaban frente a lo que fue el Mercado Central, edificaciones similares a las que actualmente están en muchos países en Europa. No existe explicación alguna de por qué fueron derribadas estas dos joyas arquitectónicas, cuando en España, Italia y Francia las fachadas son preservadas y se modernizan los interiores, como por ejemplo la casa de piedra de Gaudí en Barcelona, entre otras. En algunos barrios de la ciudad de Guayaquil existen casas diseñadas por el visionario Maccaferri, sus fachadas deben de ser conservadas por ser hermosas viviendas iguales a las que actualmente existen en Estados Unidos y Europa. Este tipo de casa o edificación antigua sigue siendo un patrón de construcción muy distinto a los actuales, pero puede ser transformado en su interior en un lot vanguardista con un poco de ingenio, combinándolos con elementos decorativos contemporáneos. En Quito, el centro histórico mantiene sus fachadas intactas; los interiores han sido remodelados, convirtiéndose en una zona de gran atractivo turístico donde encontramos restaurantes elegantes, museos y hostales cuya decoración combina lo antiguo con lo lujoso, moderno y muy luminoso.
En administraciones pasadas de Guayaquil, el conjunto de personas e instituciones de la urbe no se relacionaron entre sí, surgieron diferencias de comportamientos y variaciones a consecuencia de diferentes criterios, no antepusieron la esencia de la ciudad, lo que acarreó la destrucción de bellas edificaciones, como fueron los servicios higiénicos municipales diseñados por Maccaferri, un valor arquitectónico único en Latinoamérica.
La actual administración municipal debe tener presente que la esencia de una ciudad es el valor concentrado de su historia y legado, características inmutables de su propiedad como ciudad entre ciudadanos, actividades e instituciones. Declarar ciertas edificaciones y casas como patrimonio cultural hace que la ciudad mantenga su estructura histórica preservada, con letrero narrativo de su origen en cada fachada. Que las empresas privadas colaboren con preservar estos edificios, casas e inclusive barrios en cuya estructura está el paso de cada década vivida por los guayaquileños y sus antepasados. La identidad cultural de un ciudadano se valora en su esencia histórica vivencial. (O)