Hay muchas historias de dictadores civiles y militares narradas por escritores latinoamericanos, en ellas nos cuentan las excentricidades, caprichos, ridiculeces, crueldades y toda clase de abusos cometidos por dichos dictadores.

En Latinoamérica, larga es la historia de dictadores: Leonidas Trujillo (el Chivo), en República Dominicana; Fulgencio Batista, en Cuba; la dinastía de los Somoza, en Nicaragua; los Duvalier (Papa Doc y Baby Doc), en Haití; los hermanos Castro (Fidel y Raúl), en Cuba; Alfredo Stroessner, en Paraguay; Jorge Rafael Videla, en Argentina; Augusto Pinochet, en Chile; y, los más recientes: Hugo Chávez, Nicolás Maduro, Daniel Ortega, Evo Morales y Rafael Correa.

Por iniciativa de Hugo Chávez, armado de “montañas” de petrodólares y secundado por Fidel Castro, crean lo que llamaron Alianza Bolivariana para los Pueblos de América, conocido por el acrónimo de ALBA; esta organización con un tinte ideológico identificado con la izquierda, no era más que un club de dictadores, sus miembros lo dicen todo: Cuba a la cabeza, Venezuela, Nicaragua, Bolivia y no podía faltar Ecuador. También son parte de la ALBA: Dominica, San Vicente y Granadina, Antigua y Barbados, Santa Lucía, San Cristóbal y Nieves, Granada, microestados de habla inglesa; la superficie total de estos países suma 2.803 kilómetros cuadrados. Su membresía a este club de dictadores se debe a una especie de gratitud por el petróleo subsidiado que reciben desde la era Chávez; políticamente son monarquías constitucionales, cuyo jefe de Estado es la reina Isabel II. Por último, Surinam completa los 12 miembros, su actual gobernante es Desiré Bouterse, golpista, de oscuro pasado. En 1999 se lo acusó de narcotráfico, desde 2010 gobierna su país.

De Cuba y su dictadura perpetua no hay más que agregar, con seguridad están esperando, al igual que la antigua Unión Soviética, cumplir 70 años para su derrumbe definitivo; Nicaragua, a la cabeza Daniel Ortega, el otrora líder revolucionario que con el Frente Sandinista derrocaron a la feroz dictadura de la familia Somoza, ahora no le pide favor a esa dictadura, Ortega gobierna con su estrafalaria mujer, a sangre y fuego, y es más represiva y corrupta que la mismísima dictadura de los Somoza.

En Bolivia gobierna el indígena aymara Evo Morales, no satisfecho con gobernar por tres períodos seguidos, quiere mantenerse en el poder por cuarta vez, no importa que el pueblo en un referéndum le dijo que no. Durar, permanecer, perpetuarse y sucederse a sí mismo, esa es su estrategia.

Con el padrinazgo de Chávez, Ecuador, mejor dicho Correa, se alineó en la ALBA, el presidente Moreno tuvo el acierto de “desafiliarse” de ese club de dictadores.

Por último, la feroz dictadura de Maduro que gobierna Venezuela, en complicidad con los militares corrompidos por Chávez y prostituidos por Maduro, le han llevado al otrora rico país, a la miseria moral y material más grande de su historia.

Maduro se atrevió a decir que el presidente Lenín Moreno era una “bazofia y traidor”, simplemente escupe para el cielo, porque no hay peor bazofia y traidor que él mismo. (O)