Nuestro invitado

El gobierno nacional ha encargado al vicepresidente de la República un nuevo intento para instaurar mesas de diálogo, con la pretensión de alcanzar ese ansiado acuerdo nacional que permitiría encauzar la rehabilitación del país. A pesar que en la primera tentativa no se obtuvo ningún resultado cercano a las expectativas, con cándido optimismo se esperan mejores logros esta vez, y hasta se establecieron ya los temas por tratar: - Educación - Seguridad social - Competitividad - Generación de empleos e innovación - Democracia y reforma institucional - Sostenibilidad y cambio climático - Seguridad ciudadana, no niolencia y prevención de adicciones.

Los temas son relevantes, sin duda, y la predisposición del gobierno es válida y bienintencionada ¡pero incompleta!, porque se repite una vez más la discriminación contra el sector agropecuario, que nuevamente es ignorado como si no fuera parte importante del andamiaje de este país. Más de cinco millones de personas dependen directa e indirectamente de las actividades agropecuarias, ¿acaso no amerita ser considerado entre los sectores de interés nacional? La debacle del sector agropecuario incrementaría el índice de desempleo, y la pérdida de oportunidades laborales desencadenaría un conflicto social y económico de incalculables proporciones, pero esto parece no preocuparle a nadie; sin embargo, la crisis no es una mera posibilidad sino una grave realidad, descarnada, lacerante, y solo podremos afrontarla si actuamos rápido, con responsabilidad, conocimiento y disposición.

Los exiguos resultados de las primeras mesas de diálogo no permiten expectativas por mejores consecuciones, pero considerar lo agropecuario entre sus temas sería un paso importante para señalar la buena intención del gobierno. Por tal motivo, voy a permitirme proponer tres temas para sumar a los ya establecidos: - Comercialización agropecuaria - Productividad y costos de producción - Políticas financieras Diferenciadas entre banca pública y privada.

La comercialización es compleja, imperiosa y afortunadamente manejable, pero deberá intervenir una empresa público-privada, reacondicionando la estructura administrativa, desarrollando infraestructura física para involucrarse en el mercado como un protagonista más, participando en la oferta y la demanda para regular sus tiempos y minimizar su afectación a los precios.

La productividad es un rubro determinante en los costos de producción, por tanto tenemos que encontrar las causales que impiden su manifestación, pero además, el control de los costos es imprescindible no solo para recuperar la rentabilidad, sino también para poder exportar los excedentes, evitando sobreoferta en el mercado interno.

En cuanto a las políticas de financiamiento, es ya impostergable acometer a una reestructuración radical de los términos y condiciones que complican el acceso a los préstamos para desarrollo agropecuario, diferenciándolos de una vez por todas de los industriales, comerciales y de consumo.

Hay, por supuesto, más temas que merecen ser considerados, pero si tratásemos al menos los tres sugeridos, estaríamos proveyendo la plataforma necesaria para iniciar la anhelada recuperación de este sector, que necesita no solo ser rehabilitado sino también resarcido, y con urgencia. ¡Ah, casi lo olvido! para tratar los temas agropecuarios se necesitan afinidad profesional, conocimiento técnico y experiencia, no basta la sonrisa afable y el espíritu fraternal que son bonitos conceptos, pero para el caso, insuficientes. (O)

* Ingeniero agrónomo