A lo largo de los siglos se ha hablado de Guerra Preventiva, que tiene lugar cuando un Estado se anticipa y ataca a otro porque lo ve alistando sus fuerzas militares con el objeto de atacarlo más adelante. Hablar de democracia preventiva en un mundo ideal sería una verdad de Perogrullo; pero, en el real, no lo es; empleo estos términos para poner énfasis en lo que debería ser la política del Ecuador en relación con los gobiernos dictatoriales de Venezuela y Nicaragua, y, todavía más, para prevenir, frustrar, el anunciado propósito de Evo Morales de hacerse reelegir, una vez más, como presidente de Bolivia.

Hemos visto con satisfacción que en la fotografía de los jefes de Estado de la ALBA, que tuvo lugar hace pocos días en Cuba, ya no estaba el de Ecuador. Constaban solamente los de Cuba, Nicaragua, Venezuela y Bolivia, y los de los islotes-Estado del Caribe, que dependen del petróleo venezolano. Hizo bien el gobierno actual en separarse de la ALBA, y, ya liberado de ese compromiso, puede adoptar acciones firmes en pro de la democracia en América.

Empecemos por Venezuela: la mayor parte de los países de todas las Américas, la Unión Europea, condenaron las elecciones inconstitucionales y fraudulentas mediante las que se hizo reelegir Maduro para un nuevo periodo, que se inicia en pocas semanas, el 10 de enero, y, consecuentes con ello, muchos no lo reconocerán a partir de esa fecha. Como el Ecuador no se encuentra integrado al Grupo de Lima debería hacer un pronunciamiento formal desconociendo al nuevo gobierno de Venezuela. Eso lo debilitaría tremendamente y tendría una gran resonancia. Irónicamente, eso sería aplicarle la célebre Doctrina Betancourt, formulada por el expresidente venezolano Rómulo Betancourt, de no reconocimiento de los gobiernos de facto.

... Hablar de democracia preventiva en un mundo ideal sería una verdad de Perogrullo; pero, en el real, no lo es; empleo estos términos para poner énfasis en lo que debería ser la política del Ecuador en relación con los gobiernos dictatoriales de Venezuela y Nicaragua, y, todavía más, para prevenir, frustrar, el anunciado propósito de Evo Morales de hacerse reelegir, una vez más, como presidente de Bolivia.

Sigamos con Bolivia: disminuiría a Morales y fortificaría a la oposición, el que todos los países que se pronunciaron por el no reconocimiento de las elecciones últimas de Venezuela hicieran exactamente lo mismo con Bolivia: anunciar que no reconocerán a un eventual nuevo gobierno de Morales, reelecto contra lo que dispone la Constitución boliviana, y que fuera ratificado en plebiscito. Morales, siguiendo el ejemplo de Ortega, consiguió de una Corte vilmente subordinada que dijera que su aspiración de reelección es un derecho humano. Le enaltecería al Ecuador una iniciativa diplomática para prevenir el intento dictatorial de Morales. Recuperaríamos la dignidad perdida en la ALBA.

Nicaragua: el aislamiento a Maduro y a Morales sería un gran estímulo para el heroico pueblo nicaragüense que ha sacrificado tantas vidas en su lucha contra la opresión de Ortega y su mujer, la vicepresidenta.

La designación de embajador ante el Reino Unido del versado diplomático Jaime Merchán hace esperar el término de la aventura Assange, que tanto daño nos ha causado, y seguirá haciéndolo, a medida que progresen las investigaciones sobre la intervención rusa, y su agente Wikileaks, en la campaña electoral de los Estados Unidos. Esta intervención la realizó Assange desde la Embajada, a vista y paciencia del anterior embajador. Hay que restablecer las buenas relaciones con el Reino Unido.(O)