El título de este artículo es una de las ideas centrales de la filosofía del británico Ken Robinson, conferencista invitado por el Municipio de Guayaquil, la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol), Banco del Pacífico y Girls in Tech Ecuador para dictar el 29 de octubre la charla “Innovando la Educación”.
Es un privilegio tener en nuestra ciudad al speaker más visto en la historia de las charlas TED y uno de los cincuenta principales pensadores del siglo. Es, probablemente, el mejor educador del mundo. Debemos felicitar esta iniciativa, su visita es un viento fresco frente a tanta noticia negativa que escuchamos y leemos a diario.
Ken Robinson afirma que la mayoría de entidades educativas se parecen a una fábrica del siglo XX. Cuestiona la rigidez del proceso educativo donde los profesores tienen el control, donde la burocracia, los procedimientos y los estándares priorizan más el resultado final que el proceso en sí. Para Robinson esto mata la creatividad y la capacidad innovativa. Un estudio realizado en 2010 por el MIT confirma sus palabras: la actividad cerebral de un estudiante, donde el alumno es mero receptor de información, es similar a cuando ve la televisión.
El punto de inflexión en la vida de toda persona, según Robinson, es el ‘elemento’: “allí donde confluyen las cosas que nos encanta hacer y las hacemos bien”. Es cuando somos capaces de generar resultados extraordinarios. Y debe ser la educación un catalizador para que cada uno lo encuentre y lo aproveche.
La educación debe nacer del ser, adaptarse a las inteligencias de cada persona, a la propia individualidad de cada ser humano. Debe reconocer los talentos de cada uno para convertirlos en habilidades. Y no al revés, tratar de encajar al ser humano a un modelo. Por eso debemos recuperar para la educación el valor de disciplinas como el arte, la música, la danza, el teatro, la filosofía, el dibujo, la oratoria, el juego, entre otras, que son parte de la esencia de cada uno.
Estamos educando a seres humanos para un mundo complejo y cambiante donde los robots, el internet de las cosas y la inteligencia artificial serán algo normal. Para la Global Future of Work Foundation, el 85% de los puestos de trabajo que se desempeñarán en 2030 todavía no se conocen. Los científicos de datos, los vigilantes on line, los ciberasesores financieros, los diseñadores de gamification, los especialistas de nanomedicinas, los conductores de drones, los agricultores de precisión, programadores de robots, los conciliadores entre máquina y hombre, los brokers de datos personales... serán quizás algunas profesiones que empezarán a surgir.
Robinson trae un mensaje muy potente para las universidades, escuelas y colegios y las autoridades del sistema educativo: que tomen conciencia de su verdadero norte, que se sintonicen con las demandas del siglo XXI. Aspiramos a que sus ideas conmuevan y conciten a innovar. Hagamos honor a una de las célebres frases de nuestro invitado: “Aquellos que simplemente esperan a que pasen cosas buenas serán en verdad afortunados si las encuentran”.(O)