El pasado 4 de febrero de 2018 concluyó la consulta popular, con un resultado global por el sí de al menos el 63% de los votos válidos en todas las preguntas, surge con claridad el espacio para que el Gobierno recupere la institucionalidad del país, con bases en la estabilidad y crecimiento económico. Desde este punto de vista, es claro que los ciudadanos comunes al votar por el sí lo hicimos confiados en una solución para el mayor problema que tenemos: la falta de empleo de calidad. Si bien la relación no es automática, “sí en la consulta, reactivación, incremento del empleo de calidad”, esperamos celeridad.

El presidente Lenín Moreno se enfrenta ante los hechos económicos que él mismo describió: (I) Un fisco que ha basado su gestión en contratar deuda para pagar deuda e intereses, llegando a cifras gigantes que los ecuatorianos no conocíamos, en relación con el tamaño de su economía y una limitada capacidad de pago. Deuda y gasto fiscal que ha sido ejecutado en 640 obras con sobreprecios y/o inconclusas. Por lo cual, el aporte directo o indirecto de ellas al cambio de la matriz productiva es aún limitado. (II) Opacidad en las cifras, por lo que, entre otros elementos, ha debido manifestar que la “mesa no estaba servida”.

No cabe duda de que en su rol de “estadista”, el líder debe presentar al país y al mundo un serio “Programa Macroeconómico, Gradual e Integral” para promover el crecimiento económico inclusivo y sostenible, que tenga como objetivo generar empleo (digno, de calidad y estable), sin afectar a los más pobres, sin más dilaciones, ordenando a su equipo económico y de producción, coordine: (I) Reducción del gasto público corriente, excesivo, y las inversiones de mala calidad; priorizando el gasto en salud, educación y vivienda. (II) Promueva espacios amigables y claros para la inversión privada, inversión extranjera, oferta exportable, cadenas productivas y, economía popular y solidaria, a través de estabilidad tributaria, eliminación de restricciones al comercio exterior, inteligentes acuerdos laborales, mejora de la logística de transporte, un marco moderno y eficaz de reestructuración y liquidación de empresas. Lo anterior incentivará la competitividad y productividad del sector real y financiero.

El estadista pensará en el país, en el mediano y largo plazo, en el futuro de todos los ecuatorianos, por tanto con seguridad fortalecerá su equipo económico y productivo, con perfiles técnicos y experimentados en estos sectores. Independizando del gobierno de turno, de los grupos económicos y políticos al Banco Central del Ecuador, Superintendencia de Bancos, Superintendencia de la Economía Popular y Solidaria, Superintendencia de Control del Poder de Mercado, entre otros.

El entorno de institucionalidad de un país y las condiciones adecuadas para la inversión no se crean únicamente con nuevas leyes, peor aún si estas se cambian constantemente. Es necesario disminuir la asfixia al inversionista con leyes, reglamentos y procesos burocráticos, que van más allá de la invitación al diálogo y se concretizan en medidas económicas pragmáticas que den seguridad a los agentes de la economía popular y solidaria, a los empresarios nacionales y extranjeros. (O)