A lo largo de las últimas dos décadas, Canadá ha tenido ocho tiroteos masivos. Tan solo en lo que va del mes, Estados Unidos ya ha tenido 20.

Canadá tiene una población mucho menor, por supuesto, y los criterios que los investigadores usaron para cada país son ligeramente distintos, pero eso sigue diciendo algo importante sobre la seguridad pública.

¿Podría ser, como sugiere Donald Trump, que el peligro venga de recibir a musulmanes? Por el contrario, los canadienses están seguros pese a que han sido mucho más hospitalarios con refugiados musulmanes: Canadá ya permitido la entrada de más de 27.000 refugiados sirios desde noviembre, alrededor de 10 veces el número que tiene Estados Unidos.

En términos más amplios, la población de Canadá es 3,2 por ciento musulmana, en tanto en Estados Unidos ronda por 1 por ciento de musulmanes, más o menos; sin embargo, Canadá no tiene matanzas como la que acabamos de experimentar en un centro nocturno gay en Orlando, Florida, o la de diciembre en San Bernardino, California. Así que, quizá el problema no sea tanto de musulmanes fuera de control como de armas fuera de control.

Miren, yo crecí en una granja con armas. Una mañana cuando tenía 10 años, despertamos al amanecer al oír a nuestras gallinas graznando frenéticamente y vimos un zorro que se alejaba trotando con una de nuestras gallinas en el hocico. Mi papá tomó su rifle .308, abrió la ventana y disparó dos veces. El zorro no resultó herido pero soltó su desayuno y huyó. La gallina se levantó sola, sacudió sus plumas con indignación y caminó de vuelta al granero. Así que en el contexto indicado, las armas tienen sus usos.

El problema es que no hacemos un solo esfuerzo en serio por mantener las armas de fuego lejos de las manos de personas violentas. Unos pocos puntos sobre datos:

- Más estadounidenses han muerto por armas de fuego, incluyendo suicidios, desde tan solo 1970 que los muertos en todas las guerras en la historia estadounidense, remontándose hasta la Revolución Americana.

- La Guerra Civil marca por mucho el periodo más salvaje de guerra en la historia estadounidense. Sin embargo, actualmente más estadounidenses son muertos con armas de fuego anualmente, una vez más incluyendo suicidios, que los muertos por armas de fuego en promedio cada año durante la Guerra Civil (cuando muchas de las muertes fueron por enfermedades, no armas de fuego).

- En Estados Unidos, más preescolares hasta los 4 años de edad son muertos por balazos cada año que oficiales de policía.

Canadá ya puso en práctica medidas que dificultan más que una persona peligrosa adquiera un arma, con un enfoque no tanto en prohibir armas totalmente (la AR-15 está disponible después de pasar por un entrenamiento de seguridad y una revisión de antecedentes) como en limitar quién puede obtenerlo. En Estados Unidos, carecemos incluso de revisiones universales de antecedentes, en tanto investigación de Harvard que será publicada pronto arrojó que 40 por ciento de las transferencias de armas ni siquiera involucraban una revisión de antecedentes.

No podemos prevenir cada muerte por arma de fuego en mayor medida que podemos prevenir cada accidente automovilístico, y el desafío es particularmente agudo con terroristas del país como el de Orlando. Sin embargo, expertos estiman que un serio esfuerzo por reducir la violencia de las armas pudiera reducir esa cifra en un tercio, lo cual equivaldría a más de 10.000 vidas salvadas anualmente.

Al asesino de Orlando se le habría prohibido legalmente comprar dardos de césped, porque fueron prohibidos por inseguros. Él habría sido capaz de conducir un auto que no pasó una inspección de seguridad o que carecía de seguro. No podría haber comprado una pistola negra de agua sin una punta naranja; porque eso habría sido demasiado peligroso.

¿Pero, no es demasiado peligroso permitir la venta de un rifle de asalto sin siquiera una revisión de antecedentes?

Si estamos intentando prevenir una matanza como la de Orlando, necesitamos estar vigilantes no solo con respecto a la infiltración de Estado Islámico, y no solo con respecto a ciudadanos estadounidenses envenenados para que cometan actos de terrorismo. Necesitamos también estar vigilantes con respecto al extremismo del tipo de la Asociación Nacional del Rifle (NRA) que permite la venta de armas de fuego sin revisiones de antecedentes.

Es impactante que el Congreso no vea un problema en permitirles a personas en listas de observación terrorista que compren armas: en cada uno de los tres años pasados, se ha permitido que más de 200 personas en la lista de observación por terrorismo compren armas de fuego. Nos le damos poder a Estado Islámico cuando permitimos que acólitos como el asesino de Orlando, investigado repetidamente como una amenaza terrorista, compren una Siguiente Sauer MCX y una pistola Glock 17 en días consecutivos.

La gran mayoría de los musulmanes son pacíficos, y es injusto responsabilizar al islam por ataques terroristas como el de Orlando. Sin embargo, reviste importancia llamar rendir cuentas a estados del golfo Pérsico como Arabia Saudí, que son manantiales de celo religioso, intolerancia y fanatismo. También deberíamos llamar a rendir cuentas a nuestras propias figuras políticas que explotan sucesos trágicos para sembrar intolerancia. Y sí, eso significa Donald Trump.

Cuando Trump convierte a musulmanes en chivos expiatorios, eso daña también nuestra propia seguridad al apuntalar la narrativa de nosotros contra ellos de Estado Islámico. La lección de la historia es que los extremistas de una de las partes invariablemente dan poder a extremistas de la otra.

Así que, por supuesto, musulmanes por todo el mundo deberían enfrentar a sus fanáticos que siembran odio e intolerancia; y los estadounidenses deberíamos enfrentar a nuestros propios extremistas haciendo justamente lo mismo.

© The New York Times 2016