A propósito de una réplica-entrevista en Contacto directo, ayer, que al parecer es la forma creativa que ahora utiliza toda alma o colectivo ecuatoriano(a) revolucionario(a) para poder incluir su opinión a la fuerza en un espacio al cual no se lo invitó, no puedo más que sentir admiración por una de sus voceras, describiéndola con sus palabras; profesional, lucida y no manipulada. Dicha dama expuso con infinito amor y algarabía todas las razones por las cuales quiere que Rafael, así es como lo llama, permanezca siempre con nosotros, no importa si le va mal o le va bien, si nos empeña con China o con Turquía, si está encarcelando a los estudiantes del Montúfar o bailando con Bosé. Lo único que le importa a esta dama es que él esté siempre con nosotros. Por eso se ha dado a la tarea de recoger, no solo el mínimo necesario sino  3’000.000 de firmas, en un tiempo récord, para convocar a referéndum para que él se pueda reelegir para siempre porque, dice, presentarse a elecciones no es ganar, seguramente se le olvidaron todas las ventajas que conlleva lanzarse a reelección teniendo el control de todo el aparato electoral y mucho más, pero esa se la dejo pasar. Por cierto, ¿con qué financiamiento va a realizar esa recolección de firmas? También lo respondió “con sus recursos y el de una amiga”, recién me entero que eso ha sido tan fácil y barato. ¿Y quiénes las van a ayudar en su admirable cruzada? Un grupo de jóvenes voluntarios, que comparten sus cualidades e ideales. Solo espero que esos jóvenes voluntarios no tengan que renunciar a sus extraordinarios empleos para darse a esa tarea. ¿O será que lo hacen, digo, para que luego les den un empleo?

Comencé expresando mi admiración por dicha dama. Admiración, porque en ese pequeño espacio de tiempo la dama en cuestión dio una cátedra de lo que es tener personalidad, porque solo una persona rebosante de esa cualidad puede exponerse ante una cámara y expresar con tanta algarabía, no naturalidad, ese grueso de opiniones. (O)

Francisco Andrés Ramírez Parrales, microempresario, Samborondón