Todo lo que Eduardo Galeano dice sobre nuestro país es falso o lo entendió mal. No hago esta advertencia en afán patriótico sino como muestra de que este publicista (DRAE: “3. com. Persona que escribe para el público, generalmente de varias materias”) no debe tomarse en serio. Quien lo llamó “el Paolo Coelho de la izquierda” acertó, pues es tan epidérmico y poco original como su colega brasileño. Con motivo del reciente día de la mujer circuló mucho una cita del uruguayo que dice que si Eva hubiese escrito el Génesis aclararía que no nació de una costilla, ni indujo a Adán a pecar, ni fue condenada a estar sometida a Adán.
Quienes toman la Biblia en sentido literal y rígido son miembros de algunas sectas fundamentalistas “cristianas” o católicos ignorantes que, para qué se va a negar, son legión. También lo hacen los enemigos de la Iglesia, que se agarran de frases sueltas para probar dizque la maldad intrínseca de las Sagradas Escrituras. La cita que comentamos demuestra que el autor no ha leído el Génesis o, más seguro, no lo comprendió. Según este libro, el hombre es creado junto con la mujer el sexto día (Gen. 1: 27) y ambos son hechos a imagen de Dios, pero en el mismo texto (Gen. 2: 7-24) se inserta la historia de la costilla y todo lo que conlleva. Según algunos exégetas, el segundo relato es solo un desarrollo del primero. Pero una explicación más probable se basa en el origen múltiple del Pentateuco, nombre que agrupa los cinco primeros libros de la Biblia hebrea.
Tradicionalmente, esas obras se atribuían a Moisés, actualmente no es posible sostener esa autoría. Es evidente que este conjunto proviene de varias fuentes que fueron refundidas muchos siglos después de la supuesta muerte del gran legislador judío. Los expertos señalan varias manos que habrían redactado los textos originales, por lo menos serían cinco: E (el Elohista), J (el Yavhista), P (el Sacerdote), D (el Deuteronomista) y R (el Redactor). Los análisis exegéticos son tan complejos como apasionantes, pero en este espacio el propósito es hablar sobre la tesis que sostienen el crítico Harold Bloom y el poeta David Rosemberg, ambos judíos norteamericanos. En su convincente argumentación estos autores sostienen, con un despliegue impresionante de erudición, que J sería una mujer, probablemente una princesa de la corte (o del harem) de Salomón, culta, sofisticada y provista de un delicado sentido del humor. Entre otras razones para tal conclusión está la importancia que da a las mujeres en los textos que se le atribuyen. Luego esta será un constante en toda la Biblia, sin duda el más “feminista” de los libros fundamentales de las religiones, en el que mujeres históricas de carne y hueso, y no diosas, asumen papeles determinantes. Una tradición que el Nuevo Testamento recoge y acentúa con esas poderosas figuras que son María, Magdalena, las hermanas de Betania y otras, los principales personajes de su narración después de Jesús.(O)