El Gobierno optó por disminuir drásticamente las importaciones por medio de un conjunto de normas técnicas establecidas por el INEN y sancionadas por el Comex. En pocas semanas, importaciones privadas fueron sujetas a disposiciones que incluían requerimientos en cuanto a etiquetas, normas de producción aceptadas por el organismo de normalización y otras similares. Cuando los representantes empresariales se acercaron a las autoridades del Mipro, fueron “invitadas” a llegar a acuerdos de sustitución de importaciones, incentivando por esa vía el aprovisionamiento nacional. Las discusiones con el sector privado llevaron a convenios, que llevaron a una mayor precisión en las normas y eventualmente a la flexibilización de las importaciones, compromisos de inversión y de contratos con proveedores nacionales o incrementos en el componente nacional de los productos. Como consecuencias del nuevo sistema normativo, las importaciones bajaron desde diciembre del 2013.
Hay al menos dos comentarios que deben hacerse. El primero es la desconexión entre estos propósitos de impulso a la producción nacional y la política crediticia. No hay una oferta de crédito disponible para las empresas que buscan hacer dicha sustitución. En algunos casos, esas inversiones pueden ser muy importantes; es el caso de molinos para producir harina de banano para la producción del pan, para citar un solo caso. Lo mismo acontece con la oferta tecnológica para dichas actividades, los estudios no siempre están disponibles o no son de la calidad requerida.
El segundo tiene que ver con el amplio espectro de productos que se busca sustituir. Es muy difícil encontrar una línea estratégica de rubros en que buscamos especializarnos. Sin ningún sesgo, me pregunto ¿si el país puede y debe hacer un esfuerzo de sustitución en rubros tan disímiles como productos para la belleza, leches maternizadas o siderurgia? O ¿hay que poner énfasis en unos pocos rubros; aprovisionamiento de bienes y servicios para el sector de energía en que hacemos grandes inversiones o en sectores agropecuarios para los que tenemos ventajas, por ejemplo? Como lo ha indicado muy bien Krugman, al visitar Perú estos días, un país no gana nada en especializarse en manufactura, puede ser agricultura o energía, pero de alta productividad y con gran inversión en conocimientos y talento humano.
En estos días, el diario capitalino El Comercio publicó un artículo del Wall Street Journal en el que menciona el gran éxito de la producción ecuatoriana de cacao; desplazamos a Brasil en la lista de proveedores mundiales. Este logro fue el resultado del cultivo de una variedad desarrollada por Homero Castro, CCN 51. Cuando los precios internacionales subieron, esa variedad superproductiva fue sembrada ampliamente en la Costa ecuatoriana para lo que hubo crédito y financiamiento, público y privado, y mejoras en los sistemas de comercialización. Este sistema convive con el cacao arriba superior de cosecha de mejor aceptación entre los conocedores de chocolates; aquí también hay esperanza en un programa amplio de podas que lleva adelante el Magap.
El escoger productos estratégicos para un programa de sustitución de importaciones y exportaciones es fundamental, esa es la experiencia de los países emergentes. Para esos productos se debe hacer un esfuerzo significativo y coordinado de apoyo: financiero y crediticio a empresas con capacidad de innovación para que hagan las inversiones necesarias, de investigación en ciencia y tecnología relacionada y en educación y calificación de trabajadores y empleados. Lo que hace ahora el Gobierno se queda corto, es un esfuerzo demasiado disperso y descoordinado entre instrumentos de política sectorial.