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Investigadores adquirieron este verano 42 sillas, sofás y otros muebles para niños en grandes tiendas y las probaron para detectar químicos ignífugos tóxicos, a los que se ha relacionado con cánceres, malformaciones congénitas, coeficiente intelectual disminuido y otros problemas.
En un estudio dado a conocer hace unos días, el Centro para la Salud Ambiental informó los resultados: se encontraron toxinas en casi todos, menos cuatro de los productos probados.
“La mayoría de los padres nunca habrían sospechado que sus hijos podrían estar expuestos a químicos ignífugos tóxicos cuando se sientan en un sillón Mickey Mouse, pero nuestro informe muestra que los muebles de espuma para niños pueden ser un peligro oculto para la salud”, dijo Carolyn Cox, una coautora del estudio, al dar a conocer el informe.
Estos químicos ignífugos representan un vertiginoso escándalo corporativo. Es una historia de codicia corporativa, engaño y embuste, poderosamente narrada en un nuevo documental de HBO, Toxic Hot Seat, programado para transmitirse el lunes en Estados Unidos.
Se trata de una ventana televisada hacia la intriga política y la duplicidad que hace que House of Cards o Breaking Bad parezcan un día de campo de la escuela dominical.
La historia se remonta a 1970, cuando la industria del tabaco estaba bajo presión para fabricar cigarrillos que se apagaran solos debido a que muchas personas morían en incendios provocados por fumadores descuidados. La industria del tabaco no quería meterle mano a los cigarrillos, así es que, en cambio, cabildeó para que se demandara que los colchones y sillones tuvieran químicos ignífugos.
Ello se convirtió en una tranza de miles de millones de dólares para la industria química, pero estudios mostraron que los químicos ignífugos, como se utilizan en los sofás, no previenen incendios. Es algo fácil de probar: solo hay que prender fuego a un cojín. El documental muestra que arderá de inmediato.
La industria química ha mencionado el trabajo de un científico en seguridad contra incendios, Vytenis Babrauskas, como prueba de que los químicos ignífugos sí limitan los incendios. Sin embargo, Babrauskas dice en el documental de HBO que las compañías de químicos tergiversaron sus conclusiones “en una forma excesivamente flagrante y vergonzosa”.
Babrauskas dice que, de hecho, los químicos ignífugos, si acaso, retrasan un poco cualquier incendio, y producen vapores más tóxicos: “Tienes lo peor de los dos mundos posibles”.
Un riesgo es para los bomberos, quienes están presentando cánceres extraños. El mayor peligro es para la gente que se sienta en esos sillones. Los ignífugos se liberan como polvo a partir de la espuma y se acumulan en el piso. El mayor riesgo es, probablemente, para las embarazadas y los niños pequeños, porque también es más factible que estén en el piso.
Estos químicos son con frecuencia disruptores endocrinos que imitan a las hormonas, y es cada vez más la evidencia que los relaciona al cáncer, los problemas reproductivos y otros padecimientos. Un paso positivo: el pasado jueves, California anunció nuevos estándares que llevarán a la venta de muebles sin químicos ignífugos ahí.
Con frecuencia es imposible saber si un sofá en particular contiene ignífugos. El Centro para la Salud Ambiental sugiere que los padres eviten las espumas y elijan muebles hechos de madera o tapizados con algodón, plumón, lana o relleno de poliéster.
Arlene Blum, científica californiana cuya investigación llevó a la prohibición de ciertos químicos ignífugos en las piyamas de los niños en 1970, cuenta su horror cuando se dio cuenta de que se utilizaban esos mismos químicos en sofás en los que dormían los niños.
Conforme aumentó la evidencia del peligro de los químicos ignífugos, se propusieron legislaciones en California, Maine y otros estados para restringir a estos químicos. Fue entonces que una misteriosa organización llamada Citizens for Fire Safety Institute empezó a transmitir comerciales en los que se defendía a los químicos.
“El Congreso de California está considerando una iniciativa de ley que pondrá en peligro a nuestros hijos”, advierte la organización en uno de ellos. En otro, se previene que sin químicos ignífugos, los muebles provocarían la propagación del fuego por toda la casa.
“Di no a leyes que ponen en peligro a nuestros hijos”, advirtió la organización. ¿Quiénes son estos ciudadanos por la seguridad? Su sitio web mostró alguna vez una imagen de unos niños frente a un cuartel de bomberos con esta leyenda: “Una coalición de profesionales de los incendios, educadores, activistas comunitarios, centro para quemados, médicos, departamentos de bomberos y dirigentes industriales”.
El documental Toxic Hot Seat sigue a un grupo de reporteros del diario Chicago Tribune cuando indagan sobre Citizens for Fire Safety. Su excavación de los expedientes públicos reveló que esta “coalición” solo cuenta con tres integrantes: un trío de gigantes de la manufactura de químicos ignífugos. La organización era una mentira, cuyo propósito era engañar a los políticos y al electorado.
(Hoy, el sitio web está prácticamente desmantelado y solo refiere al visitante hacia el grupo de presión American Chemistry Council, que creó un sitio para responder al documental de HBO: flameretardantfacts.com.)
Seamos claros. Las compañías que están obstruyendo la normatividad sobre seguridad incluyen a gigantes como Exxon, BASF, DuPont y Dow Chemical, y espero que sus ejecutivos se hayan retorcido cuando vieron Toxic Hot Seat.
© 2013 New York Times News Service.