Siempre he pensado que del power point al hecho hay mucho trecho en política pública; tal vez uno de los desafíos principales que tienen los funcionarios del Gobierno actual es llenar ese bache, que muchas veces es quebrada grande. Un colega que comentó mi columna reciente sobre los funcionarios recordaba una frase de su padre, un ingeniero de larga e importante trayectoria, él “prefiere ingenieros sin título que título sin ingeniero”. La diferencia sustancial está en el conocimiento operacional.

Ello tiene que ver en parte con la reducida experiencia práctica que tienen los funcionarios, saltan directo del aula a la función pública; en parte debido a la poca atención que ponen a las relaciones con los actores sociales, empresarios, organizaciones de productores, universidades u organismos no gubernamentales; o, porque no tienen estímulos para mojarse en el terreno. Ello está relacionado con creer que el conocimiento aprendido en el aula es suficiente y que es superior al conocimiento operacional. Esto claramente no es así. Hoy se sabe que la creación de conocimiento en una empresa, organización o en un organismo público es un proceso continuo y dinámico de interacción entre conocimientos que provienen de lo aprendido en la universidad y aquellos que provienen de las habilidades, intuiciones y destrezas que tienen las personas, obtenidas en el esfuerzo diario por resolver en forma práctica los desafíos que se presentan. Para ello es necesario trascender el conocimiento profesional, estableciendo espacios para la interacción entre personas con diverso tipo de conocimiento.

Esta aproximación a la política pública toma aún más sentido si se considera el momento que vivimos como sociedad y país. Hoy en día los sectores privados, ONG y muchas asociaciones de emprendedores o de profesionales saben más cómo funciona una actividad productiva o de otra índole, que la nueva burocracia; tienen liderazgo en ello. Solo la interacción continua puede lograr los objetivos de política pública, por ejemplo, de transformación de la matriz productiva. En segundo lugar, las políticas actuales tienen como contexto la globalización, el aumento de la demanda externa, la presión de los precios internacionales, que obliga a continuas adaptaciones al contexto. En tercer lugar, la innovación tecnológica continua, no solamente en productos sino en procesos, obliga a las empresas a tratar de no desfasarse considerablemente, por el riesgo de perder participación en el mercado o en la prestación de servicios. Cuarto, porque los bienes públicos necesarios para el desarrollo, responsabilidad del gobierno, muchas veces requieren ser territorio o sector específicos. Difícilmente un funcionario puede estar al tanto de estos cambios continuos y requerimientos de política o saber cuándo las regulaciones que imponen termina siendo camisa de fuerza para una actividad, peor aún si define esas políticas desde Quito o Guayaquil y cada organismo lo hace por su lado.

Esta interacción público-privada-sociedad ayudará a generar ambientes para que las políticas públicas puedan ejecutarse con mayor eficacia y sobre todo cerrar esa brecha grande entre lo que se planifica y lo que se hace realmente; pero esto solo podrá hacerse si los funcionarios rompen las cárceles de power points que han construido a su alrededor.