Una pareja de jóvenes decidió poner una tienda en el suroeste de Guayaquil, en el sector de la parroquia Febres Cordero. En un año y medio surtieron el negocio de a poco, en medio de la acogida del barrio, pues a más de abarrotes vendían helados, cervezas y pensaban implementar en el local una agencia de pagos.