Dora, una mujer de 75 años, recibió hace tres meses varias llamadas en las que le informaban que su sobrina estaba en el aeropuerto de Guayaquil y que necesitaba pagar un impuesto por una mercadería que traía de Estados Unidos. La mujer tomó su celular e inmediatamente transfirió desde dos cuentas bancarias un total 12.000 dólares a una cuenta que le indicaron en la llamada.