El Gobierno reconoce que el manejo político del país es complejo por la fragmentación existente en la Asamblea. Señala que se necesita más que acercamientos y diálogos para lograr los objetivos de gobernabilidad planteados para el resto del mandato y, al mismo tiempo, descarta recurrir a la corrupción o a mecanismos democráticos extremos —como la muerte cruzada— para conseguirlos.