Era marzo de 1997. José Ayala Lasso había dimitido a su cargo de Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos para asumir la Cancillería ecuatoriana y sumarse a las negociaciones que pondrían fin al conflicto limítrofe entre Ecuador y Perú, lo que posteriormente derivó en el acuerdo de paz de ambos países el 26 de octubre de 1998.

Veintitrés años después, dice Ayala, el principal objetivo y ventaja que hemos logrado ha sido cambiar la psicología popular de ambas naciones: “Ya no nos consideramos enemigos, y atrás quedaron el odio, la venganza y el recelo...”.

Y, al contrario, sostiene el diplomático, los beneficios para ambos países crecieron en materia de comercio, inversión y turismo.

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Entonces, hay motivos suficientes para conmemorar este acuerdo de paz con Perú...

Ecuador había vivido más de 170 años de su vida republicana con un conflicto que frecuentemente suscitaba reacciones de carácter militar con Perú. Era necesario poner punto final a esa situación, y en el año 1995 surgió una circunstancia que hizo posible pensar en una solución definitiva: la victoria ecuatoriana en la guerra del Cenepa; fue la primera acción militar victoriosa protagonizada directamente por el Ecuador, y en consecuencia podía mirar a los ojos al Perú y negociar definitivamente la paz por el problema territorial... De allí la importancia de ese acontecimiento, que debe ser conmemorado siempre por el pueblo ecuatoriano...

Hace 20 años fue el conflicto del Alto Cenepa

¿Sigue existiendo el imaginario de que Ecuador perdió en la mesa lo que había ganado en el campo de batalla?

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Cuando Ecuador perdió la guerra en el año 1942 y Julio Tobar Donoso (canciller de entonces) suscribió el Protocolo de Río de Janeiro, se le acusó de haber entregado el oriente ecuatoriano al Perú, pero él demostró que los territorios que fueron entregados al Perú se habían perdido a lo largo del siglo anterior por la desidia ecuatoriana y la incapacidad de mantener una posesión práctica y una defensa real de esos territorios... Cuando se comienza la negociación de fondo (en 1998), el Perú mantenía la vigencia del Protocolo, es decir, que desde el año 1942 hasta 1998 el Perú no avanza ni un centímetro cuadrado en los territorios que fueron reconocidos al Ecuador; es por eso que cuando se firma el acuerdo definitivo de paz no solo que no se pierde un milímetro de territorio, sino que se recupera una parte pequeña, pero significativa... De modo que la afirmación de que lo que ganaron las armas perdió la diplomacia no es sino uno de esos slogans que adquieren cierta vigencia en medios desinformados, pero que no corresponden de manera alguna a la realidad de los hechos...

De no haberse conseguido la paz mediante este acuerdo, ¿cuál habría sido el destino del problema?

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Veníamos siempre considerándonos el Ecuador y el Perú enemigos, manteníamos tesis excluyentes y teníamos incidentes fronterizos más o menos frecuentes, y en muchas ocasiones, cruentos, con derramamiento de sangre... Al suscribir la paz, el principal objetivo y ventaja que hemos logrado ha sido cambiar la psicología popular de ambas naciones: ya no nos consideramos enemigos...

Y eso trajo como consecuencias beneficios para ambos países...

Antes no se construían carreteras en la frontera porque se pensaba que podían ser vías de penetración del invasor, ahora tenemos excelentes medios de comunicación; hay intercambio frecuente no solo en el campo comercial, que ha crecido enormemente, sino que hay intercambio de inversiones mutuas; el turismo ha crecido; tenemos reuniones bilaterales a nivel presidencial en las que los Gabinetes de ambos países se reúnen para examinar y buscar soluciones de los problemas conjuntos; en definitiva, miramos al futuro con una reacción distinta, nos consideramos iguales, hermanos y unidos para trabajar juntos un destino común...

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¿Cuánto significó para la diplomacia ecuatoriana lograr este acuerdo sin necesidad de llegar a cortes internacionales?

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Cuando asumí la Cancillería manifesté claramente que el Ecuador negociaría con dos parámetros a la vista: uno, realismo, y dos, dignidad. Realismo, porque no podíamos seguir forjándonos ilusiones; y luego, dignidad, para negociar de igual a igual sin perder de vista los derechos nacionales, buscando un trato igual, no de país vencido como había ocurrido en el año 42; y eso lo logramos...

Cuando dice que había que ser realistas se refiere a no seguir reclamando lo que ya habíamos perdido en 1942...

En efecto, a la necesidad de pensar que durante la historia el paso del tiempo nos perjudicó e íbamos perdiendo territorio constantemente. En consecuencia, había que ver la realidad...

Cuando el expresidente Jamil Mahuad firmó el tratado de paz tuvo el respaldo mayoritario del pueblo ecuatoriano, pero al poco tiempo fue derrocado. Y haciendo un símil, hace cuatro meses el Ecuador también se unió en un proceso histórico para ganarle la guerra al COVID, pero una vez conseguido el objetivo se levantaron frentes que ya piden, incluso, la renuncia del presidente Guillermo Lasso. ¿Es tan difícil mantener la unidad entre ecuatorianos?

Es verdad que el pueblo ecuatoriano que vio resuelto el problema territorial y fortalecida su situación monetaria (con la dolarización), gracias a Jamil Mahuad, poco tiempo después le volvió las espaldas y lo tiene confinado injustamente en el exterior. Y también es verdad que el presidente Lasso, posesionado hace cuatro meses, resolvió con eficacia, dinamismo y reconocido mérito el más grave problema que tenía el país al verse amenazado por una pandemia que ha diezmado al mundo. El pueblo lo recompensó reconociendo en más de un 74 % la validez de su liderazgo presidencial; pero, no el pueblo, sino los líderes políticos ambiciosos, que no ven más allá de su interés privado o partidista, no atinan a comprender que es necesaria la solidaridad nacional para que el presidente pueda tener el tiempo suficiente de demostrar la validez de su programa de gobierno. Que se le censure si pasado el tiempo demuestra que su programa no correspondió a las necesidades del país, pero que no se le anuncien destituciones y censuras cuando apenas está amaneciendo el gobierno. El pueblo no está detrás de estos movimientos, son los líderes políticos con ambiciones personales los que pretenden movilizar al pueblo en esa dirección...

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Incluso se han convocado manifestaciones para el día en que se conmemora el acuerdo de paz con Perú. ¿Qué se pretende demostrar?

Es un síntoma de hasta qué punto ha bajado la calidad de la llamada “política interna ecuatoriana”. Ojalá los dirigentes que así están procediendo y manipulando al pueblo reflexionen un rato y piensen que es más importante llegar a acuerdos mínimos posibles. (I)