Había pasado una semana desde el asesinato. Pese al profundo dolor por la pérdida, Amanda y Tamia tenían el carácter templado y se alistaban para salir al escenario a cantar en memoria de su padre, Fernando Villavicencio, ante cientos de personas que acudieron a la tribuna de los Shyris, en Quito. Iban a rendirle homenaje al periodista y político que prometió combatir a las mafias al llegar a la Presidencia de la República, pero cuya vida fue segada por sicarios la tarde del 9 de agosto, al salir de un mitin político en la capital.