Dependiendo de cuáles sean los intereses bilaterales, económicos, comerciales, culturales y turísticos, la geopolítica internacional y la capacidad presupuestaria, Ecuador determina en qué países es necesario contar con una embajada tradicional o en su lugar con una embajada concurrente, presidida por un diplomático, que puede ser acreditado ante varios Estados, distintos al lugar de su residencia, y que pasa a denominarse “embajador concurrente”.