La nueva Asamblea Nacional ecuatoriana, que se instalará el próximo 14 de mayo, tendrá a 68 mujeres entre los 151 asambleístas que fueron elegidos para el periodo 2025-2029 el pasado 9 de febrero. Esta cifra representa un incremento frente a las 60 legisladoras del periodo actual.
Analistas y exlegisladoras coinciden en que este aumento estaría relacionado con la aplicación progresiva de cuotas de paridad de género, pero que aún las mujeres en cargos políticos enfrentan obstáculos en un espacio donde sigue predominando lo masculino.
Según los datos oficiales de la Asamblea Nacional, en el periodo actual (2023-2025) se alcanzó un 43,79 % de representación femenina, con 60 mujeres frente a 77 hombres (56,21 %) de un total de 137 legisladores.
En una mirada retrospectiva, en los periodos de los expresidentes Guillermo Lasso y Lenín Moreno, cuando hubo en total 137 legisladores en cada uno, el periodo de Lasso (2021-2023) tuvo 49 mujeres (35,77 %) y 88 hombres (64,23 %), mientras que en el de Moreno (2017-2021) 51 fueron mujeres (37,23 %) y 86 hombres (62,77 %).
Estos datos muestran que, si bien ha habido fluctuaciones, la tendencia general apunta hacia un incremento gradual en la representación femenina, lo que estaría relacionado con la implementación gradual de cuotas obligatorias de paridad de género y jóvenes en las listas electorales. El Consejo Nacional Electoral (CNE) ha aplicado progresivamente los principios de equidad, paridad, alternabilidad y secuencialidad en las listas de asambleístas y binomios presidenciales.
“Cuando se generan ambientes normativos habilitantes que promueven la participación de la mujer en la política, definitivamente crece esta participación en los espacios de toma de decisiones de poder político”, afirma Ruth Hidalgo, directora ejecutiva de la Corporación Participación Ciudadana.
A pesar del avance cuantitativo, Ana Belén Cordero, exasambleísta del movimiento Creando Oportunidades (CREO), que salió tras la muerte cruzada decretada por Lasso en 2023, cree que persisten los desafíos cualitativos. “Lamentablemente, los requisitos de cuotas se utilizan para poner candidaturas de relleno que, salvo excepciones, luego carecen de protagonismo político en el día a día de la Asamblea”, dice.
Esta percepción es compartida por la analista política y catedrática universitaria Belén Espinel, quien enfatiza que “generalmente a las mujeres las ponen en segundo plano, las ponen de relleno. Muchos de los partidos todavía consideran que es un ejercicio obligatorio... y no necesariamente están listos para liderar el proceso”.
A su vez, Hidalgo advierte sobre la necesidad de ser cautelosos al hablar de la calidad de la representación femenina, y explica que el problema de fondo es el debilitamiento de los partidos políticos. “Mientras no haya partidos políticos fuertes, la calidad del producto, candidatillo, pero también de representación política tanto para hombres como para mujeres, no va a ser el mejor”, enfatizó.
Las mujeres en cargos políticos enfrentan obstáculos adicionales, como la conciliación entre vida familiar y profesional, opina Cordero, quien compartió que alguna vez tuvo que llevar a su hijo en brazos a la Asamblea al no tener con quién dejarlo. “Es muy difícil compaginar las exigencias del trabajo legislativo, las entrevistas y sus horarios con la crianza de niños pequeños”, añade.
Para Hidalgo, los estereotipos de género constituyen un obtáculo fundamental. “Las mujeres hemos tenido siempre estos problemas tradicionales. La política siempre ha sido un espacio reservado o visto exclusivamente para la participación masculina. Ganarse esos espacios ha sido un camino cuesta arriba”, apunta.
Respecto al incremento de participación femenina, Espinel observa que “ha habido avances y ha habido retrocesos”. La analista destaca la evolución desde finales de los años 80, cuando apenas había una legisladora mujer, hasta momentos en que se alcanzó una “conformación paritaria de la Asamblea”.
Por su parte, Hidalgo dice que el camino hacia una participación femenina más efectiva requiere un fortalecimiento integral del sistema político.
“Hay que ir paso a paso..., ir a una reforma completa del sistema de partidos. Después se puede hablar de partidos fortalecidos que promueven estructuras válidas, estructuras formales de participación no solo de mujeres, sino también de jóvenes”, enfatizó.
Para la exasambleísta Cordero, el principal reto es contar con “una red de apoyo suficiente que nos permita compaginar ambos roles al mismo tiempo”. Sin embargo, también destaca que el liderazgo requiere iniciativa personal. “Lo más importante es tomar los espacios, manifestar nuestro interés y defender esos espacios. En política, el espacio que no se toma o no se pelea lo ocupan otros”, señaló.
Por su parte, Espinel identifica la educación como el factor fundamental para lograr un cambio duradero y que el papel de las mujeres en política solo cambiará mediante un profundo proceso educativo que transforme la mentalidad social que aún considera la política como espacio predominantemente masculino.
En tanto, en la conformación del Legislativo actual, periodo 2023-2025, la bancada del movimiento Revolución Ciudadana (RC) es la que tiene el mayor número de mujeres. No obstante, en algunas provincias, como El Oro, Galápagos y Sucumbíos, no tienen representación femenina en el Parlamento.
La actual Asamblea Nacional, que empezó en noviembre de 2023, concluirá el 13 de mayo de 2025, justo un día antes de que los nuevos asambleístas electos el pasado 9 de febrero asuman sus funciones. (I)