El ruso Yevgueni Prigozhin, quien fue líder del grupo Wagner por casi diez años, murió este miércoles cuando su avión se estrelló inesperadamente. Pronto se supo que todos los ocupantes de la aeronave habían muerto, incluido el jefe mercenario.

Vladimir Putin, quien tenía un largo historial con Prigozhin, no se pronunció sobre el accidente moral de inmediato. Recién lo hizo hoy, y prometió investigar “a fondo” su muerte.

Rusia acusó al líder del Grupo Wagner, Yevgeny Prigozhin, de incitar una "rebelión armada". REUTERS

Prigozhin era “un hombre con un destino complicado, que cometió graves errores en su vida, pero que obtenía los resultados que se proponía”, afirmó Putin en una intervención transmitida por televisión, en la que también presentó su “sincero pésame” a los familiares de las víctimas del siniestro aéreo.

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La declaración de Putin, que calificó lo ocurrido de “tragedia”, fue la primera confirmación oficial de que el jefe de Wagner había muerto.

El siniestro se produjo exactamente dos meses después del alzamiento en armas fallido de Prigozhin contra el Estado Mayor ruso, alentando las especulaciones de un eventual asesinato orquestado por el Kremlin.

Las autoridades rusas abrieron el jueves una investigación sobre las causas del accidente aludiendo a una “violación de las reglas de seguridad del transporte aéreo”, pero no evocó ninguna pista en particular.

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Accidente de avión de Yevgueni Prigozhin, el líder ruso del grupo Wagner Foto: El Universo

Pero en el extranjero y en redes sociales, varios responsables dieron a entender que la muerte de Prigozhin podría haber sido urdida por el Kremlin.

“No es una coincidencia que todas las miradas se dirijan hacia el Kremlin cuando un excercano a Putin, caído en desgracia, cae literal y súbitamente del cielo dos meses después de haberse rebelado”, declaró la jefe de la diplomacia alemana, Annalena Baerbock.

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El 24 de junio, Prigozhin llevó a cabo una sublevación contra el Estado Mayor ruso y el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, apoderándose de cuarteles del sur de Rusia y emprendiendo una marcha hacia Moscú.

Durante el levantamiento, Putin no ocultó su ira y acusó a su exaliado de “traición”.

Pero la rebelión se interrumpió ese mismo día, tras un acuerdo que preveía que Prigozhin partiera a Bielorrusia y que los milicianos de Wagner se incorporaran al ejército regular ruso.