A finales de 2020 empieza la vacunación contra el COVID-19 en Reino Unido y otras potencias mundiales, en medio de gran expectativa, esperanza y también entre el rechazo de los movimientos antivacunas.
En las primeras semanas de enero, países como Brasil, Chile y Argentina arrancan sus campañas de inoculación masivas, a las que meses después se suma una gran cantidad de países de varios continentes que logran acceder a las dosis a través de compras, acuerdos o donaciones.
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No obstante, la vacunación se ve marcada por la tensión entre Reino Unido y la Unión Europea por los retrasos en la entrega de la vacuna de AstraZeneca/Oxford y luego por la polémica sobre los efectos secundarios de este inmunizante.
Sin embargo, este fármaco, que tiene dos versiones, es el más utilizado: 182 países lo han aplicado. Le sigue la vacuna de Pfizer/BioNTech, aplicada en 149 países; luego la de Sinopharm, en 85 países. En cuarto lugar está la estadounidense de Moderna, administrada en 81 naciones; después, Johnson y Johnson, en 74 países. En sexta ubicación, la rusa Sputnik V, aplicada en 50 países. Y en séptima posición, el preparado de Sinovac, usado en 44 países.
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La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce hasta el momento a siete de las anteriores y a dos más fabricadas en India: Covaxin y CovovaxTM, de Novavax. La de origen ruso no está reconocida por el organismo.
Entre tanto, y pese a que las vacunas se desarrollaron en tiempo récord, la administración de aquellas pone en evidencia una distribución desigual que complica el acceso a las dosis y que termina por favorecer a los países con más recursos.
El mecanismo Covax —un esfuerzo global liderado por la OMS y otros actores privados, y que tiene el objetivo de garantizar el acceso equitativo a las vacunas y gratuitamente a los más pobres— se considera un fracaso. Durante todo el 2021, los retrasos en las entregas de dosis marcan su gestión al igual que el incumplimiento de su objetivo de entregar unos 2.000 millones de dosis, fallas vinculadas principalmente a la dificultad para comprar dosis por los acuerdos de compra establecidos por las potencias y varias naciones directamente con las farmacéuticas fabricantes de las vacunas.
Hasta el momento, un poco más del 56 % de la población mundial ha recibido al menos una dosis de alguna vacuna. Se han administrado 8.520 millones de dosis en todo el mundo, y en promedio se administran 36,1 millones de dosis cada día a nivel mundial.
Pero, pese a que el porcentaje global de inoculados se considera bajo, hay más de una decena de países en los que más del 80 % del total de su población está completamente vacunada.
La aparición de nuevas olas de contagios —vinculadas a las múltiples variantes que la enfermedad desarrolla, como algo propio de su naturaleza— causa temor en la población. Delta, de mayor transmisibilidad y causante de cuadros más severos, llega a ser la cepa predominante en el mundo. Pero este escenario cambia en noviembre con la aparición de ómicron, variante que parece minar la efectividad de vacunas, aumenta el riesgo de reinfección y que ya está en más de cien países.
Ante este escenario, las naciones buscan de inmediato aplicar una tercera dosis o dosis de refuerzo, lo que desfavorece a los países de bajos ingresos, en los que solo el 7,3 % de las personas ha recibido al menos una dosis.
Existe una preocupación particular por el ritmo de vacunación que reporta África y que, si no aumenta durante este año, hará que el continente alcance el 70 % de su población vacunada recién en agosto de 2024. Solo en 20 de los 54 países del continente apenas el 10 % de la población está vacunada. (I)