Por Sonia Yánez Blum (Twitter: @soniayanezblum)

Que Beyoncé hablara durante tres minutos en un mitin de Kamala Harris sin interpretar una sola canción, y que casi todo Hollywood, con Oprah a la cabeza, impulsara una ola de apoyo demócrata, visible también en programas de horario estelar, como The Late Show, The Tonight Show, The Daily Show e incluso Saturday Night Live, donde se mostraron abiertamente críticos contra Donald Trump, generaba grandes expectativas en la maquinaria demócrata.

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En la era de la Política 4.0, los influencers y las celebridades han ganado protagonismo en los procesos electorales. Son figuras con millones de seguidores que, con un solo mensaje, pueden generar oleadas de interacciones y debates. Sin embargo, como se demostró en la reciente elección en la que Donald Trump volvió a la escena política, el poder de estos respaldos no siempre se traduce en votos decisivos.

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Ambos candidatos, Kamala Harris y Donald Trump, recibieron apoyo de figuras influyentes de gran envergadura, pero el impacto de estos endosos fue, en el mejor de los casos, mixto.

El respaldo a Kamala Harris: una visibilidad sin tracción electoral

Para Kamala Harris, el apoyo de celebridades como Taylor Swift y Beyoncé aportó una visibilidad masiva. Estas figuras, que dominan la cultura pop, lograron que el nombre de Harris resonara con fuerza, especialmente entre audiencias jóvenes y progresistas. Sin embargo, el impacto de estas personalidades en el cambio de preferencias de voto parece haber sido limitado. Si bien Taylor Swift y Beyoncé tienen una influencia notable en cuestiones culturales y sociales, su capacidad para trasladar esa popularidad en votos para Harris fue cuestionable.

El apoyo de líderes empresariales como Mark Cuban y Reid Hoffman, por otro lado, fue un esfuerzo por fortalecer la imagen de Harris en el ámbito económico. Figuras de este calibre aportan credibilidad, especialmente entre aquellos partidarios que buscan estabilidad económica y una política empresarial sólida. Cuban y Hoffman, reconocidos por su éxito en el mundo de los negocios, enviaron un mensaje de confianza y seguridad en el manejo económico de la candidata, pero tampoco parecieron movilizar a una cantidad significativa de votantes fuera de las bases demócratas tradicionales.

Por último, la presencia de Oprah Winfrey y George Clooney aportó un toque de sofisticación y peso mediático. Ambos son figuras que, durante años, han sido respetadas y admiradas en sus respectivos ámbitos. No obstante, la influencia de Oprah o Clooney en las urnas no fue determinante. Los votos en un país azotado por problemas económicos, de migración y climáticos se obtienen por factores más concretos que el respaldo de íconos del entretenimiento.

Donald Trump y el apoyo de una base leal: un impacto más efectivo

Para Donald Trump, los respaldos también llegaron desde figuras muy conocidas, pero de una naturaleza distinta. Decodificó la verdadera estrategia de influencers; no se decantó por celebrities, sino por un amplio abanico de personas reconocidas en diferentes frentes: deportes, medios, tecnología, música, temas que despiertan pasiones.

El apoyo de Elon Musk con su enorme alcance y su reputación en temas económicos y tecnológicos aportó credibilidad a la visión de Trump. En este caso, el respaldo de Musk parecía alinearse bien con el perfil del votante de Trump y, a pesar de ser catalogado como el candidato “mayor” frente a Harris, se mostró más conectado con temas de innovación.

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Por otra parte, figuras como Joe Rogan y Kid Rock, aunque polémicas, también jugaron un papel en la consolidación de la base de Trump. Rogan, con su audiencia masiva y sus discusiones directas y sin censura sobre política y cultura, resonó con aquellos predominantes que se sienten desencantados con el discurso político tradicional. Su apoyo refuerza una narrativa de rechazo a la “corrección política” que caracteriza a una parte importante de la base de Trump. Kid Rock, una figura que apela al orgullo americano y un sentido de identidad patriótica, también encajó en esta estrategia. Ambos sintonizaban con la esencia de lo que Trump muestra ser; son influencers que representan y comulgan con las opiniones de la marca que representan, más allá de una moda. Personifican ciertos valores que muchos votantes de Trump admiran.

Además, la inclusión de atletas y luchadores, como Hulk Hogan y Danna White, de la UFC, presente en el micrófono en el discurso de Trump, apeló a segmentos demográficos específicos, especialmente aquellos que buscan en los candidatos un perfil fuerte y directo.

Respaldo de celebridades e ‘influencers’

La Política 4.0 nos enseña que, aunque el respaldo de celebridades puede atraer la atención, no garantiza necesariamente un cambio en las preferencias de voto. El poder de los influencers y figuras públicas resulta efectivo para movilizar a la base de votantes ya existente, pero su influencia en indecisos o en la atracción de nuevos seguidores es, al menos en este caso, limitada. Los partidarios están cada vez más atentos a los factores económicos, la inmigración y la seguridad, aspectos que resuenan más profundamente que las preferencias de una figura pública.

Esta elección demostró que, aunque las figuras influyentes tienen un papel importante en la amplificación de mensajes y en la consolidación de una narrativa, los propensos tienden a buscar propuestas concretas que respondan a sus preocupaciones cotidianas. La era de la Política 4.0 destaca que el valor real de un candidato no está en el número de celebridades que lo apoyan, sino en su capacidad para conectarse con las necesidades reales de sus ciudadanos y ofrecerles soluciones viables.

Así, mientras influencers y celebridades seguirán siendo un componente atractivo y relevante en las campañas políticas, es claro que el peso del voto recae en algo más profundo: la economía, la seguridad y la respuesta a las inquietudes más fundamentales de las personas. ¿En Ecuador, pasará igual? (O)