El martes pasado Juan Guaidó sorprendió ofreciendo un acuerdo al régimen de Nicolás Maduro y al resto de la oposición para alcanzar negociaciones que permitan una salida a la crisis a través de elecciones creíbles.

Esto llamó la atención porque hace tan solo cuatro meses Guaidó, quien aún es reconocido por varios países como presidente interino de Venezuela, rechazaba el diálogo nacional instalado en el Parlamento, a petición de Maduro, por considerar que solo buscaba “ganar tiempo” en su favor.

Publicidad

Pero en su mensaje, Guaidó consideró necesario “el compromiso de la comunidad internacional para lograr la recuperación de Venezuela y ofrecer incentivos al régimen, incluyendo el levantamiento progresivo de sanciones”, condicionado al cumplimiento de los objetivos fundamentales del acuerdo, que deberá incluir “la convocatoria de un cronograma de elecciones libres y justas”, tanto presidenciales como parlamentarias, regionales y municipales, que deben contar “con observación y respaldo internacional”.

También planteó como punto esencial para la negociación que se incluya la solicitud de “entrada masiva de ayuda humanitaria”, de vacunas para el COVID-19 y “garantías democráticas para todos los actores” políticos.

Publicidad

Finalmente, reclamó que se formen “mecanismos para la reinstitucionalización”, se libere a los presos “políticos” y se conforme un mecanismo de justicia transicional.

La respuesta de Maduro a lo planteado por Guaidó no se hizo esperar: “Ya hay diálogo en el país, no es noticia que alguien lo plantee. Ahora (Guaidó) anda desesperado por dialogar, porque se quedaron por fuera (...); sale hoy a decir que quiere diálogo porque se quedó por fuera de todo, aislado y derrotado”.

Previamente, las negociaciones entre el régimen y una parte de la oposición habían presentado un nuevo Consejo Nacional Electoral (CNE), conformado por tres rectores chavistas y dos opositores. Este logró importantes apoyos internos y externos, aunque con reservas, con los que nunca había contado el ente saliente, pero Guaidó se había desmarcado y rechazado la fórmula y composición de la institución.

La Unión Europea (UE) consideró que el nuevo CNE es “un primer paso”, aunque bajo la condición de que debe contemplar elementos que garanticen un proceso “creíble, inclusivo y transparente, como piden los propios venezolanos”, mismo requisito que plantea Estados Unidos.

El Gobierno español también dio el visto bueno a la propuesta de negociación para lograr un Acuerdo de Salvación Nacional para Venezuela, al considerar que “incorpora todos los elementos” por los que apuesta Madrid.

En el ámbito nacional, destaca el beneplácito de la principal patronal del país, Fedecámaras, que respaldó la formación del órgano rector, igual que lo hizo el opositor y dos veces candidato a la Presidencia Henrique Capriles y varios exdiputados aliados de Guaidó cuando fue presidente del Parlamento (2019-2020).

Después de que Guaidó pidiera insistentemente la liberación de los presos políticos a la vez que lanzaba improperios contra el Gobierno, sin lograr su objetivo, a Capriles le bastó con dialogar de manera silenciosa con el oficialismo para lograr medidas de gracia para 110 personas, entre ellas 50 reos que fueron liberados.

Y aunque Guaidó aseguró agradecer las gestiones de su rival en la contienda, en ese momento él continuó con su negativa a establecer un diálogo como fórmula para lograr objetivos que, tal y como quedó probado con las liberaciones, no se alcanzan de otro modo.

Otro líder opositor, Antonio Ledezma, exalcalde de Caracas exiliado, dijo que él solo se quedaba con una parte del mensaje de Guaidó, en la que expresaba que “conspirar con la dictadura para legitimarse mutuamente como tiranía y oposición leal a esa tiranía no conduce a la libertad, sí a la sumisión y a la normalización de la peor tragedia que ha vivido nuestro país”. Esto en referencia a los grupos que ya hablan con el régimen.

Ledezma, quien ha llegado a apoyar una intervención militar humanitaria en su país, también dijo que ahora Maduro se ha hecho “arrogante y burlón”, lo que le recuerda que “criminales no salen con elecciones, porque las que hacen siempre serán fraudulentas”.

En tanto, Guaidó reiteró el miércoles que lo que busca con una negociación es un acuerdo para unas elecciones “libres y justas”, y que Noruega podría ser un mediador en la negociación. Confirmó que los representantes del país escandinavo, que ya en el pasado intentaron un proceso similar, visitaron la nación este año en dos ocasiones.

Asimismo, se refirió a las críticas de algunos dirigentes de la oposición tras ser preguntado por ello, y aseguró que se reuniría “con todos” si así lo desean. Aunque dijo otra vez que si el problema “son las aspiraciones” de los dirigentes, entonces está dispuesto a ceder las suyas para “salvar a Venezuela”.

Factor Colombia y fracasos anteriores

Uno de los principales aliados de Guaidó en su lucha contra el chavismo, el presidente de Colombia, Iván Duque, vive uno de los peores momentos desde su llegada al poder en 2018, al desatarse unas sangrientas protestas que mantienen al país en lucha desde el 28 de abril, después de que el mandatario anunciara una reforma fiscal, posteriormente anulada, recuerda Efe.

Con Duque en el disparadero, Guaidó pierde, al menos momentáneamente, el que siempre ha considerado uno de sus respaldos más fuertes y leales para derrocar a Maduro.

Además, una semana después de que se celebraran en el país las elecciones legislativas del oficialismo (6 de diciembre de 2020), Guaidó lanzó una consulta popular en la que se podía votar durante siete días de manera telemática y en una jornada presencial, vendiendo una gran victoria desde semanas antes de que se llevara a cabo y anunciando que sería la prueba definitiva de lo que quería el pueblo.

Sin embargo, la realidad fue bien distinta. La participación y los apoyos quedaron muy por debajo de lo logrado por el chavismo en los comicios, en los que el grupo que lidera Guaidó se negó a participar.

Antes, en enero de 2019, cientos de miles de venezolanos confiaron en Guaidó y soñaron con un cambio inmediato que el opositor les hizo creer, al proclamarse presidente interino bajo un precepto constitucional que lo obligaba a convocar elecciones en un plazo máximo de 30 días. Pero el incumplimiento de esta y otras promesas llevó a la ciudadanía a pedirle a gritos cada día que abandone y dé paso a otras personas con talante negociador y capaces de avanzar hacia un cambio real para el país.

Estas y otras acciones han llevado a Guaidó a dar un giro de 180 grados en su estrategia, en un último intento de recuperar la confianza que un día tuvo y dejó escapar. (I)