El suministro de gas ruso es uno de los factores con más impacto en la guerra económica que le ha declarado Europa a Rusia. En respuesta a la invasión a Ucrania, los países europeos han aplicado sanciones económicas al país presidido por Vladímir Putin, aunque estas puedan jugar en su contra.
Rusia es el mayor exportador de gas natural del mundo y el segundo mayor exportador de petróleo crudo tras Arabia Saudí, de acuerdo con información de la Agencia Internacional de Energía. Puesto que la Unión Europea depende casi exclusivamente de este gas, se presenta la problemática de un posible corte.
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Si Rusia decidiera dejar de suministrar gas natural a los países europeos, se sentiría en los bolsillos de los ciudadanos. Los precios de los productos derivados del petróleo y gas, sobre todo en Italia y Alemania, incrementarían significativamente.
Incluso en España, un país que no depende totalmente del gas ruso, se notaría un alza de precios.
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El hipotético cierre del grifo de gas ruso también ocasionaría una crisis energética mundial, causando que Europa tenga que recurrir a Estados Unidos o Qatar para la adquisición del gas. Por esta razón, los líderes de Europa están recurriendo a técnicas que limiten su dependencia a Rusia.
Entre las opciones que se han planteado están reducir las importaciones de gas ruso en dos tercios, además de aumentar las reservas de gas en el territorio europeo al 90% y lograr acuerdos de importación con otros países. (I)