El 2021 ha sido un año de recuperación para la industria petrolera mundial tras un difícil primer año (2020) de pandemia. Sin embargo, la rápida expansión de la variante ómicron del coronavirus ha provocado nuevas restricciones a escala mundial y causaron preocupación, aunque con el pasar de las semanas esta va disminuyendo.
La semana pasada los precios cayeron. El barril de Brent estuvo a 69,79 dólares y el West Texas Intermediate (WTI) -de referencia para Ecuador- a 66,84 dólares. Pero ayer (miércoles) su precio se situaba en 79,62 y 76,80 dólares, respectivamente. Su mejor racha en unos tres meses.
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Para el exministro de Energía Fernando Santos, si bien durante las últimas semanas de noviembre y primeras de diciembre la preocupación por ómicron causó una bajada en las proyecciones de precios, esto disminuyó al ver que en su mayoría los cuadros de los contagiados son leves. “Han dicho no es ningún riesgo y han vuelto a comprar y este ha vuelto a subir”, apunta.
Santos añade que ahora hay dos aristas importantes para saber qué puede pasar con el precio. Una es la presión de los grandes países a la OPEP+ (Organización de Países Productores de Petróleo y aliados) para que el precio no siga subiendo y que esta mantenga su plan de ir aumentando 400.000 barriles diarios en su producción mensual.
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“El precio tan alto está causando inflación en Estados Unidos y Europa, entonces hay una presión hacia la OPEP de que incremente la producción para que ya no suba más el precio y creo (que por esto) se quedará el WTI en 75 (dólares)″, afirma Santos, quien añade que también habrá que ver qué pasa el próximo año con las negociaciones del acuerdo nuclear entre Estados Unidos, Europa e Irán, ya que este último es un gran productor -ingresa al mercado entre un millón y millón y medio de barriles diarios- y podría cambiar el escenario si pudiese vender su petróleo evitando sanciones. Por ello ve una tendencia a la baja para el 2022.
Lo mismo opina Sebastián Oleas, profesor del Instituto de Economía de la Universidad San Francisco de Quito, para quien la subida reciente es una muestra de la expectativa que se tiene de que no va a volver a cerrarse la economía y que la actividad se mantendrá.
Oleas opina que viendo que no se producirá una desaceleración como la del año pasado habrá una tendencia al alza a corto plazo, pero también podría haber una presión a la baja por medidas de los bancos centrales para tratar de bajar la inflación, incluyendo de la Reserva Federal de Estados Unidos.
Un contraste con lo que decían analistas la semana pasada, cuando el mercado seguía con cautela las noticias sobre el impacto de la variante ómicron del coronavirus sobre la demanda energética. Así como de los anuncios de inventarios de los países como Estados Unidos, según AFP.
“Para el crudo, todo pasa por las preocupaciones sobre la demanda ahora mismo... y existe la posibilidad de que se anuncien más medidas en los próximos días”, llegó a decir Fawad Razaqzada, analista de ThinkMarkets, a esta agencia de noticias.
Aunque el crecimiento reciente de contagios en Estados Unidos sí ha producido interrupción de bienes y servicios -incluyendo vuelos- por aislamiento de los trabajadores, es algo que podría revertirse rápidamente.
De momento, el Instituto Americano de Petróleo, uno de los centros de invetigación más destaados del sector, ha estimado una caída semanal de 3,1 millones de barriles de crudo en la última semana, en línea con las expectativas.
Asimismo, está próximo en el calendario el encuentro de la OPEP y sus aliados (OPEP+), que se han resistido a las llamadas de varios países a abrir más los grifos de suministro.
La OPEP+ decidió a principios del pasado noviembre mantener el aumento paulatino de producción (400.000 barriles diarios más cada mes hasta septiembre de 2022), lo que llevó a EE. UU. y otros grandes consumidores a usar -o amenazar con hacerlo- sus reservas estratégicas como forma de contener los precios.
De acuerdo con Bloomberg, Estados Unidos ha tenido una liberación coordinada del petróleo de sus reservas estratégicas nacionales. Además Japón planea vender 630.000 barriles de su inventario.
El 4 de enero será la siguiente reunión de la OPEP+ para decidir si esa cifra se sigue manteniendo o cambia. (I)