Alba González, nacida en Guatemala, conoció el bullying desde pequeña. Lo sufrió en las aulas de clase. “Me trataban de india, patas rajadas… era la única niña indígena que iba a esa escuela”. Tras una dura experiencia al llegar a la frontera México-Estados Unidos por no hablar inglés, no perdió la oportunidad de capacitarse como intérprete.

Lo vivido cuando fue detenida, más las deudas contraídas, la llevaron a pensar en atentar contra su vida.

Actualmente, junto a la organización Comunidades Indígenas en Liderazgo (Cielo), en Los Ángeles, Estados Unidos, se pone en el lugar de sus hermanos indígenas para ayudarlos en situaciones legales.

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Detenida más de un mes, “fui a una Corte sin intérprete”

Esta mujer fue retenida por más de un mes, “sin saber por qué ni cuáles eran sus derechos”, reseñó Univision.

“Imagínense llegar a un país por primera vez, con 18 años, y nunca haber salido de tu pueblo y ya te empiezan a hablar de términos legales”, recordó Alba para esa cadena informativa.

De su país salió en noviembre de 2013. Describió: “Me vine en ‘La Bestia’ (tren), como 12 horas allí sin comer bien y sin poder descansar”.

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“Crucé el Río Bravo y me agarró Migración, me encerró en la hielera por tres días. Luego, en Houston, me encerraron por mes y medio. Le dicen centro de detención, pero para mí es una cárcel, donde violan nuestros derechos”, aseveró.

Según Alba, nunca le preguntaron si hablaba otro idioma aparte del español. “Fui a mi primera cita en una Corte sin intérprete. Todo, todo, era un inglés… un mundo diferente. Nunca me dieron un intérprete en mi idioma k’iche.

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Al momento de llenar un documento, cómo lo iba a responder si no me lo dicen en mi idioma. Pagué una fianza para que me dejaran libre, llegué a Los Ángeles a trabajar 14 horas en las maquilas para pagar deudas, aparte debía a los coyotes.

Caí en depresión, casi quería suicidarme. Creo que es lo peor que me ha pasado”, explicó la guatemalteca. Contó que llego a Cielo en 2020 y comenzó a capacitarse como intérprete al año siguiente.

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Alba brindó apoyo crítico a las comunidades mayas guatemaltecas en Los Ángeles durante la pandemia de covid-19, donde ayudó con los esfuerzos de divulgación y defensa.

Community Coalition

Traductores certificados

Aldo Waykan también es guatemalteco, es indígena maya. Contó a Univisión que llegó hace 33 años a los estados unidos y se presenta como integrante de la primera generación de traductores indígenas de Guatemala y México que fueros certificados.

De acuerdo con Univisión, en Estados Unidos “viven cerca de 6,8 millones de personas indígenas originarias o descendientes de migrantes de América Latina y el Caribe.

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En Guatemala, de donde es Alba, se reconocen 24 idiomas y en México, 68 lenguas indígenas y más de 300 variantes”

El problema con el idioma es delicado. Una directiva de Cielo lo llama “violencia lingüística”.

Waykan dijo que ha escuchado casos de indígenas que pasan muchos años en cárceles de México, “no porque necesariamente hayan cometido delitos, sino porque no ha habido traductores y se les ha acusado por delitos que no cometieron y lo mismo pasa en Estados Unidos”.

Lamentó ante Univisión que haya abogados que “cobran muy caro… hasta 14.000 dólares por familia, $ 7.000 por persona por llenar un trámite de asilo político, cuando ese trámite puede ser gratis”.

La satisfacción de Alba

Aquella Alba, que fue detenida de manera injustificada en la frontera de México-Estados Unidos, se hizo fuerte. Sacó de su mente los pensamientos suicidas.

Su experiencia como migrante la ha llevado a buscar justicia lingüística, informó, mediante sus redes, Community Coalition.

Para Univisión dijo: “Cada vez que veo a una persona que la interpreto y entendió bien, y le pregunto si le quedó claro, me deja satisfacción. Es como un alivio para esa persona y también para mí, para ir sanando de lo que yo pasé”.

(I)

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