Mirando desde la puerta del monasterio las columnas de roca y las torres de hielo que se elevaban 7.000 metros hacia el cielo, el monje budista sonrió y dijo: “Estoy en casa. En mi paraíso”.
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Son valles paradisíacos ocultos cuya ubicación solo se revelará en momentos muy específicos, pero solo entrarán quienes pasen las pruebas.
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Mirando desde la puerta del monasterio las columnas de roca y las torres de hielo que se elevaban 7.000 metros hacia el cielo, el monje budista sonrió y dijo: “Estoy en casa. En mi paraíso”.
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Además, estas compras no se pueden revender, pues son de uso exclusivo de su destinatario, indicó la Cartera de Estado.
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