Antes de que Tomi naciera ya los médicos y su madre sabían que venía con insuficiencia renal crónica. Cuando nació lo operaron y al cumplir un mes de nacido tuvo que entrar a diálisis peritoneal. Su madre lleva un año esperando un trasplante para su nené, que no llega, y que la lleva a decir esta frase: “Los órganos no van al cielo”.